lunes, 20 de agosto de 2012

Amor a quemarropa. (True romance). Tony Scott. 1993.




Hoy nos dejó el director de esta maravillosa película, para mi la mejor de su filmografía, por mucho Top Gun que firmara. Y que mejor homenaje que volver a revisarla y percibir que no ha perdido nada de su brío, de la fuerza dramática y visual que descarga una historia de amor loca, al más puro estilo Bonnie and Clyde con la firma de guión de Tarantino.
Tenía en mi mente el vago recuerdo de ese final plumífero así como esa estupenda conversación entre el padre del protagonista (Hopkins) y el representante del mafioso (Walken), y valga dios que los sigo amando y teniendo entre mis momentos cinéfilos por excelencia, pero lo grato es que había partes que había olvidado por completo y hoy vuelven a resurgir en todo su esplendor. Por ello ahora debo añadir otros grandes momentos al repertorio como son la paliza que recibe Alabama en el motel por un jovencísimo Gandolfini, o el modo tonto y repetido en que es arrestado el imbécil de turno con la cara empastada en cocaína.
Por películas como esta comencé a enamorarme seriamente del cine, por el ansia de amor e inocencia que describen sus personajes al principio del film, por la fuerza visual de muchas de sus imágenes, por los diálogos tan delirantes y sinceros que brotan de esos personajes tan bien cuidados y escenificaodos, por la acción y movivmiento en cada encuadre, en fin por el conjunto que firmó este hombre que drásticamente hoy nos deja.
Gracias Tony, si puedo llamarte así, por brindarnos esta gran película. Desde hoy prometo practicar el rito de tu protagonista y acercarme al cine por mi cumpleaños, quizá encuentre aventuras así...