domingo, 1 de noviembre de 2015

La Ciénaga. Lucrecia Martel. 2001.



La metáfora del río como recurso para narrar el devenir vital del ser humano bien podría servir al gran Renoir en su aventura por las tierras del Ganges, sin embargo, hoy esta visión del río que al mar nos ha de llevar sin más se antoja falta de la realidad del agua, ya no de sus estados o formas, si no de las implicaciones que todo devenir material encuentra en el tiempo. Por ello, la toponimia y el lugar elegidos por Lucrecia para contarnos esta historia de bebida, decadencia y amor, parece acomodarse mejor a los datos de una realidad diversa, tan desacoplada como fluida, en el cieno de un pantano.


Ahora somos barro de verdad, para algunos de polvo de estrellas, otros seguirán recurriendo a ancianos dioses y figuras de todo tipo, otros se inundarán permanentemente ante la falta de referentes, pero todos continuaremos el viaje hacia la mar observando que los saltos, los valles y meandros que hemos de pasar no son la quintaesencia del navegar sino todo un arsenal que parece conspirar contra la vanidad que ofrece el último sustrato referencial que maneja el timón, el ego. En la maraña de situaciones que ofrece la vida cada cual va a buscar refugio en su propio lodadal, invirtiendo sus esfuerzos en esclarecerse asímismo, en mirarse en el espejo para poder encontrarse. Así es un retrato de familia coherente donde el idilio conservador deja paso a una realidad tajante y abierta, que golpea a unos y a otros, repartiendo agua y barro para que moldeemos una figura distinta de la misma pieza para pasear.

La curiosidad y el mal fario ya no son los únicos indicadores de una nueva realidad en la que estar atentos y a la escucha puede parecer pueril, pues el sonido sordo del mundo acelerado ciega a una crítica de nuestro propio ser en devenir, de una realidad que se nos escapa dentro de nuestros ideologemas más rudos y elementales. La vida ya no es el mero transcurso de estaciones, ni el sentido fluvial del movimiento, es el puro barro en el que crecemos, una ciénaga de la que brota todo un mundo para oír. 

miércoles, 21 de octubre de 2015

Her. Spike Jonce. 2013.



El amor puede ser tan indeterminado como los tiempos que nos recorren y definen, líquidos, híbridos, enraizados dentro de la amalgama de situaciones que ponemos en juego en cada acción, en cada emoción, en cada pensamiento. El amor y las personas que lo sustentan se han convertido, como el resto de asuntos humanos, en un libre albedrío donde la mezcolanza ataca a la auténtica subjetividad que lo incorpora y materializa con su acción, con su verbo, con su caricia y mirada. Arrinconado en el cajón donde se quiere aún menospreciar a la mujer el amor ha sido una facultad de escasa virilidad enfrentándose, aquí, a un personaje que representa esta algarabía de los tiempos donde la individualidad puede representar tanto lo mejor como lo peor. La sensibilidad va a flotar en unas imágenes que nos dejan bien claro la piel nueva de una varón por llegar, un varón atento a la ética de los cuidados que corresponde al hombre en su particular estado natural de primacía. Una sensibilidad universal difícil de alcanzar, casi de fútil intento, pero que aquí sirve para enmarcar cómo el amor ha generado algunos de los motores del mundo, de la historia, de la vida individual de algunas personas que, desde más allá de Platón incluso, conciben una idea como guía y necesidad para el transcurso vital que ocupamos en este espacio singular que es nuestro cuerpo y que la protagonista virtual no puede percibir acercándose silenciosamente a ese no lugar que a veces se asemeja a ciertos refugios que ofrece la filosofía ante la indeterminación del mundo, del cuerpo.

El amor puede ser tan asombroso como el descubrimiento, es la novedad interpretada desde las miras de las singularidades de los afectados y desafectados. Se aprecia ese sentimiento incluso asociándolo fisiológicamente al incipiente sexo que florece junto a esa novedad del amor correspondido y consumado inicial, o puede ser apreciado mediante la constante renovación de un sentimiento en conflicto con la multitud de eventos que se relacionan con él y lo atraviesan. Por ello, las respuestas ante tal emoción son tan variables como los seres que las soportan, la universalidad tropieza con la variabilidad cultural e histórica de un fenómeno estereotipado en cupidos y corazones, en familias e hipocresías. En el propio film vamos a observar distintas respuestas, aunque todas ellas muy vinculadas a un concepto de amor ligado a una filosofía entre platónica y spinozista donde el conocimiento adquiere un valor anexo al propio sentimiento, y es necesaria una comunicación para desvelar ambas características del hecho amoroso, su faceta misteriosa, subjetiva, privada, y su faceta inteligible desde la universalidad del logos, del expresar un hecho que conlleva dentro de sí todos los opuestos que pueda uno imaginar. Theodore es un comunicador de estos sentimientos, un esteta para otros incapaz de asumir que en la sensibilidad también se ven afectadas negatividades que deben ser expresadas, localizadas y neutralizadas por ese cambio posible que detenta toda relación.


El amor puede ser, dentro de este azar y gracias a la curiosidad humana, el escaso elemento ancestral que guíe nuestras conductas, que amplíe reorganizando el desencantado espacio vital social desde una individualidad humana, demasiado humana quizá, que atienda a la expresión de un arte amatorio lejos de corsés y tan plural como falto del cinismo y la hipocresía que recorre tal sentimiento en la actualidad. 

Vale amar todo, no todo por igual. 

Dilucidar cómo efectuar esta tarea, la de aprender a amar, debe ser nuestro escaso mapa para no confundir meros caprichos con las verdaderas afecciones que te hacen crecer, creer, cambiar, volver a soñar.

domingo, 16 de agosto de 2015

Mad Men. AMC 7 Temporadas. 2008-2015.



El sueño americano en su puro estilo, el sueño como búsqueda de una felicidad siempre insatisfecha, siempre en el camino. Las lecturas que ofrece una gran serie son enormes, basta con aislar un solo episodio y retomar los temas que van floreciendo por cada personaje, con cada ademán o vestuario, con cada gesto o silencio. A mi se sirven varias anécdotas sobre el final para hacer la lectura que los tiempos necesitan; la primera arranca desde el protagonista principal que en su búsqueda encuentra su camino hacia sus deseos, y la epifania vía new age californiana le va a llevar a cumplir su sueño, desdeñando buena parte de otros, que no debían de ser muy suyos, aunque los sueños, sueños sean; la segunda responde al principal método educativo, la repetición. Y es que la hija mayor de Don, guapa como los padres está expuesta a unas tentaciones, según su propio padre, de las que los feos también disfrutamos digo yo, pero ella parece aprender por otra vía, la del error, y a pesar de seguir las convenciones, como la de los cuidados, su pensamiento y actuación dista mucho de la de sus padres. El tiempo madura los sueños; y la tercera, entroncada a este tiempo donde se instala el llamado desarrollo, tiene que ver con la madre, pura encarnación del conservadurismo donde los sueños son limitados y no afectan lo más mínimo a la vida. En su deseo de perecer en su plenitud, sin el cambio que establece la vejez se atisba el mismo deseo de cumplir un sueño, el sueño eterno de la trascendencia, el de la inmortalidad aunque sea en una forma de vida, en una historia, en un relato, en una fotografía que mostrar. 

Y en el lado opuesto dos mujeres, dos destinos similares y tan diferentes para ver que los sueños son alterables, maleables, adaptables a las circunstancias personales y sociales con la que hemos de lidiar cada día. Si Peggy va a cimentar su sueño desde el trabajo y el buen hacer por el camino que le viene surgiendo, la desbordante Joan va a darle la vuelta a su forma vital para fortalecer su vida y decisiones frente a la debilidad que le otorgaba su estatus de mujer exuberante. Y es que aquí anida un tema principal dentro de la serie, el feminismo (o la falta). Aquí, como generalmente suele pasar, la representación del tema no es todo lo representativa posible, pero las lecturas que salen de las cuatro féminas mencionadas dan para hacer un buen desglose de cómo se llegaba y se llega a ser mujer en nuestras sociedades. Aparecen tantos tipos de mujer como la ficción va permitiendo al igual que ocurre con los estereotipos raciales y homosexuales, aunque éstos en menor medida, y es que en las diferentes relaciones entre varones y mujeres es donde se inscribe el relato de lo que ha sido siendo ser mujer en occidente. Del objeto inmortal e imperecedero que sostiene a la señora Draper (Betty) hasta que se ve silenciada, a las tópicas armas de mujer en los negocios o el trabajo duro y cínico similar al del varón van a jalonar un retrato donde el espacio subversivo queda circunscrito en la moda o el sexo (que recuerde hay una mención a Friedman). Así, las mujeres pueden ser, pura experiencia como para Don, sostén familiar como para Peter o meros caprichos de niño bien como para Sterling... Todas ellas representan algún aspecto de lo que el patriarcado ha definido qué debe ser una mujer, de ahí el propio problema de los personajes, incapaces de asirse a una realidad que no sea la del sueño, la del propio relato elaborado desde un tiempo tan parado como el icono de un iglesia, como la imagen trágica del propio telediario de ayer. 

Los tiempos requieren de lecturas pertinentes, ya no leemos y creemos en las estrellas como el padre de Segismundo, y aunque sabemos leer y hablar idiomas en mayor medida que todo tiempo atrás, no nos diferencia mucho la manera en que nos insertamos en un relato para sucumbir en él, como organizamos un sueño para volver a casa, fabricando nuestras identidades desde la acucia vital más pertinente, por ello los sueños son variables, impertinentes, locuaces y demenciales, pero sueños son. Lo importante de la lectura, de la visión es ver más allá, saber leer e interpretar aquello que no dicen las estrellas, aquello que calla un encuadre, una frase, un estereotipo. Y aquí se dice tanto como no se dice, o ¿el multiculturalismo epifánico de Don en su gran hit le sobrevino del universo, generalmente, blanco, que recorre? Atender a los sueños es tan imprescindible como nuestro derredor, lleno de las circunstancias que pueblan sueños y pesadillas, esta es mi gran lectura siempre colgada de Hermes.

lunes, 10 de agosto de 2015

Leviatán (Leviafan). Andrei Zvyagintsev. 2014.



La corrupción política no es una cosa exclusivamente nacional, ni aparece en lugares donde la democracia aún no ha conseguido un mínimo de estabilidad, como tampoco es cuestión del sistema político concreto. Es el mayor lastre para la humanidad, la pesada carga que desequilibra la escasa igualdad y justicia que declaman los principales derechos del hombre. Y lo es porque arrastra a su vez a los demás ámbitos donde todo estado de derecho se arroga, es decir, cualquiera. Las leyes y normas que nos caracterizan como sociedad son producto del ambivalente juego político, ya sea desde el ámbito participativo al más autoritario, y éste puede limitarse a quedar ciego ante hechos, a modificar párrafos legislativos y valores para que el bordeo a la ley pueda ser tutelado, e incluso puede directamente saltarse la leyes, modificar hechos y hacer del escaso contrato social que queda un sucedáneo lavado desde la propaganda precisa.

En el film vamos a observar la corrupción en Rusia pero el fenómeno ha sido tan generalizado que puedes poner cualquier otro país o época que los resultados van a ser bastante similares. La connivencia estatal y de grupos afines a esa especie de conservadurismo demencial frente a la corrupción llenan portadas de diarios hoy día en  nuestro país. por ejemplo, sin ese alarmismo social prescrito en otros frentes (léase terrorismo) con la precisión de cierta comunicación. Allí, la iglesia ortodoxa y el estado representado en el cacique provincial van a conjugarse para luchar contra la amenaza occidental representada en el imperio de la ley y en el triunfo del esfuerzo y la ambición. Y sin embargo, va a luchar con las mismas armas, con el imperio de una ley y la misma fuerza y dedicación que requiere el abordaje de cualquier asunto. Esta ha sido la gran tragedia rusa, esa esperanza de vencer a un sistema capitalista con las mismas armas pero distinta estrategia, con los mismos errores pero de mayor dimensión. 

La polémica se instaló en un país donde años de un mal llamado comunismo han provocado que la generalización de la parcela corrupta sea un problema de mayor calado cuya solución hoy día resulta fácilmente asumible desde una verdadera transparencia (allí, aquí y en Pekín lo de la solución, que sea un problema mayor ocurre como aquí, que venimos de un mundo caciquil). Entre peticiones de prohibiciones, manifiestos y nuevas legislaciones recortadoras de creatividad y realidad, la cinta sólo clama al cielo por el verdadero problema del siglo, la visibilidad de la relaciones y decisiones políticas. El retrato que se ofrece en la película no difiere mucho del dibujo que hacía el filósofo inglés en la obra homónima y que, puesto en la pertinente discusión, puede ayudar mucho más que los ríos de tinta y estupideces que se pueden decir respecto al ser humano, su libertad y su forma de dársela asimismo en torno a esta película o cualquier conversación de bar desde donde se sacan multitud de representaciones intermediadas que no hacen si no afianzar el problema.

domingo, 9 de agosto de 2015

Mandarinas (Mandariinid; Tangerines). Zaza Urushadze. 2013.



La guerra echa todo a perder, desde una cosecha a la pequeña porción de humanidad que llevamos inscrito cada uno de nosotros. El conflicto se abre cual mandarina desgajando en su seno toda culturalidad en tono totalitario, ofreciendo un olor atractivo para la identidad y putrefacto para la solidaridad una vez destruida la diversidad en favor de las nuevas diferencias estructurales. 

El cine ya ha tratado con anterioridad la lucha entre dos individuos tan enemigos como hermanos, las espurias razones de unos y otros en beneficio de sus propias ideas y excusas para danzar con la muerte y la destrucción. Lo ha hecho con mayor o menor acierto, tratando el problema desde diferentes puntos, desde la objetividad, desde la realidad, desde la fantasía, pero lo que sobresale aquí quizá no sea el propio punto de vista, tan diverso como los personajes e ideas que pueblan el film, si no esa propia mezcolanza de actitudes frente al conflicto bélico, frente a la vida. En ellas vamos a encontrar la fuerza del film, en el destino, tan cruel como real es lo feliz, de unos personajes movidos por los hilos que tienden la cercanía, lo común y el ejemplo.

Personalmente agradezco este tipo de cine donde la realidad se deja atrapar sin grandes ficciones, con los elementos justos y necesarios para rellenar una parcela de realidad generalmente ignorada por el público. Un cine que cuestiona sin hacer un llamamiento a ideas parceladoras, un cine que compromete y enseña que la realidad es mucho más diversa que la propia identidad que vamos formando tomando ideas y sentimientos de aquí y allá cual gajos de una mandarina tan sabrosa como desaprovechada.

jueves, 2 de julio de 2015

El año más violento (A Most Violent Year). J.C. Chandor. 2014.



Dibujar una historia de superación dentro del año con mayor número de asesinatos en la ciudad de Nueva York para hacerla chocar contra los propios cimientos de ella, no de la ciudad si no de esa historia cimentada en otra figura, me ha parecido algo tremendamente inocuo para poder comprender la valía de la historia del selfmade como motor de la sociedad ni la maldad como su sustituto. ¿Será el amor la salvación, la de aquellos que buscan con ahínco la felicidad de todos encumbrándose en el lodo del dinero los único que puedan tapar el apestoso agujero por el que escapa el mundo social?

La película, como casi no puede ser de otra manera, parece dejar al personaje a merced de unas fuerzas ciegas que lo llevan a aliarse con el drama que vive la sociedad de esos años y las distintas opciones que otorga la libertad parece que son cortadas por los lazos familiares tan unidos a la violencia reinante como a un amor familiar tan jodidamente burgués que hasta el cariño familiar sale mal parado. Nuestro empresario de éxito va a ver comprometido su futuro desde distintos frentes pero la jugada en juego le sitúa en la típica posición donde el poder ya emana y alcanzar las cotas máximas requiere de la dosis corruptiva pertinente. Comprometido todo parece no haber salida, aún así y sabiendo campear el temporal con la escasa dignidad que va quedando (sobredimensionada a veces) nuestro protagonista será iluminado con una verdad que ofende y es que generalmente la mano invisible no lo es tanto, pero entretanto va dejando cadáveres por su camino.

Este suele ser el destino de las películas, la asepsia y la interpretación. El no alinearse moralmente con alguna opción, personaje o idea. El mostrar lo más realmente posible unos hechos narrados desde el clasicismo pero con esas dosis contemporáneas de liquidez, hibridación, y cuidado de una imagen que nos lleva del estilo MTV al barroquismo de una escena de gangsters.

miércoles, 24 de junio de 2015

Inherent Vice. Paul Thomas Anderson. 2014.




Aún no he leído nada de Pynchon, adalid de la llamada posmodernidad literaria, pero la imagen que me ofrece el visionado del film me acerca a otro escritor como Bukowski y su Pulp, donde el humor y el cinismo adquiere junto a cierta irrealidad cartas de naturaleza en la propia historia detectivéstica de tintes irónicos que retrata la novela. Y es que estamos ante un film no tan novedoso en tanto estructura, personajes, acciones como a los celebrados últimamente del mismo género, y es que los géneros es lo que tienen, la sobrecarga de clichés. Sin embargo, se pueden apreciar ciertas novedades estilísticas, como el marcado acento musical, ya sea desde el rock a la música de patina épica que acompaña a ciertas escenas más psicológicas. O la diferente iluminación característica a estos films, dándole a la ciudad el brillo que la caracteriza bajo el sol reinante. 

Existen ya productos culturales, estéticos, intelectuales que prefijan y advierten las proclamas posmodernistas mucho más cercanos a éstas que lo que refleja el film ya que todo el arsenal teórico contra el proyecto modernista viene forjándose mucho más allá de lo que presuponen muchos críticos. Para ello es preciso saber rastrear ciertos rastros y sumergirse en un trabajo cuyo ámbito va más lejos que la intención del humilde post. No obstante, ya en el film podemos ver que la singularidad del personaje no es tan novedosa, el ambiente normalizado de la rareza tampoco es privilegio del film como tampoco lo es la enrevesada trama adscrita a la corrupción, drogas y sexo, vicios propios del género que no constituyen, o no debieran, un argumento válido para denigrar al ser humano como tampoco lo hace el santo contrario.

Así llegamos al tema principal, a la típica visión interesada de un ser humano atrapado por sus contradicciones, por la falta de guías únicas y exclusivas que prediquen la salvación u orientación de y hacia la felicidad. Un ser humano lobo para el propio ser humano pero con la capacidad de amar, con una redención que equivale al menos al instante decisivo del amor, del placer, del sexo, del ego. La búsqueda inmediata e interesada del placer nos lleva a creer que los vicios propios son innatos.

domingo, 14 de junio de 2015

20 retratos de activistas queer de la Radical gai, LSD y RQTR en el Madrid de los noventa. Andrés Serna. 2015.



Resultado de una residencia de investigación en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía el artista multidisciplinar Andrés Serna nos ofrece un retrato coherente dentro de la rica amalgama de valores, deseos y metas que ofrecen la veintena de perspectivas diferentes que pueblan el documento, en una época concreta que también ofrece, como todas, cierta pluralidad de cotas y clasificaciones para entender las propias metas que disponen las distintas cronologías en las que nos sumimos. Y decimos coherente pues el propio hecho del retrato así lo avala, no hay mucha más pretensión estética que la de dejar que las palabra fluyan y al fulgor de los recuerdos mezclados con un presente ciertamente grisáceo tomen una cartografía del personaje enfrentado a una cámara que reafirma distintos tiempos, los acontecidos y los no sucedidos, los perdidos y los vividos, para dotar a un retrato audiovisual de la escasa verosimilitud que ofrecen ciertos discursos más cercanos al propagandismo institucionalizado.

Guillermo Cobo, Sylvie Thomas, Sejo Carrascosa, Carmen Moreno, Ricardo López Elduayen, Ángeles Oliva, Jaime Tamarit, Ricardo Llamas, María Díaz, Eduardo Nabal, Guillermo Guenetxea, Fefa vila, Néstor Ibáñez, Isabel Echarren, Gabriel Cobo, Virginia Villaplana, Lucas Platero, José García, Jesús Bravo, Liliana Couso, Francis Orriols (Urri). 

Estos son los nombres de un retrato múltiple de un activismo tan oculto como descaradamente necesario. De una lucha drástica, que no dramática al menos en su forma, de un sentir tan variopinto como los diferentes egos que pueblan los caminos diferentes de entender sobre qué y cómo luchar, sobre cómo vivir la propia vida en la lucha de cada día pues al final todo retrato queda suspendido en las ramas del significante actual, de un presente que vive del pasado sin dejar de observar el futuro. Por ello el retrato aquí insinuado se asemeja más al retrato robot pintado de oídas que a la pulcra pero también engañosa fotografía, y ello no le quita un ápice de valor al retrato pues los rastros que pueden ser descubiertos en cada persona parecen hacer comprender aún más la necesidad del fracaso y la desilusión para el sempiterno asalto. Los diferentes grupos y personas que componen este activismo muestran que los modos de lucha y los diferentes ideales e intereses que mueven son tan variopintos como la propia vida, pretendidamente ordenada.

Para verlo:
https://www.youtube.com/watch?v=z-JrvnRwL44


miércoles, 13 de mayo de 2015

El destino (Al Massir). Youssef Chahine. 1997.



No creo que se pueda medir la cantidad del magnífico cine que desconocemos, por ello cuando descubres algo importante una de las principales cosas es agradecer el desvelamiento producido en este caso por el reportaje de Jean-Michel Frodon en la revista Caimán de febrero tras el atentado contra Charlie Hebdo. Ya no sólo por las fundadas razones que allí se ofrecen en torno a una temática difícil de abordar desde nuestra óptica generalmente etnocéntrica. Y es que el film alcanza grandes cotas cinematográficas dentro de un universo de cine industrial muy limitado desde la clave monetaria que presiden las grandes obras. Sirva de ejemplo la maravillosa influencia de la música en un film tan filosófico como un pequeño ensayo, narrado eso sí al más puro estilo clásico, estamos en las antípodas del cine ensayo teorizado por Bazin en torno a Marker.

Pero hablar de un filósofo en parte es hacer filosofía, realizar una correcta hermenéutica del pensamiento y vida de una figura clave como es la del cordobés Averroes requiere del estudio de la cuestión, acercar en secuencias, en giros de guión la cultura andalusí, la política del Califato, la diversidad cultural y religiosa de la segunda mitad del primer milenio es hacer un ejercicio de virtuosismo cinesófico. Hablar sobre el entendimiento, sobre las clases de éste distinguidas por el contemplativo médico sin caer en la erudición de sus propios textos hace fluir un cine acotado en la sensación, en la pura contemplación que emana en parte de la filosofía del, en parte, salvador de Aristóteles.

En la cinta por tanto van a confluir una filosofía de vida que va más allá del propio discurso teórico, más allá incluso que los propios actos, verdaderos significantes de nuestro pensamiento, pues la música, la danza, la vida expresada en los sentimientos simples que brotan del arte de vivir entendido desde la complejidad que lo caracteriza, pues la verdad anida tanto en el vino como en la buena filosofía que no se adscribe a ella. Regular todo este universo vital sin caer en los vicios que responden a toda generalización y a ciertas categorizaciones obstusas es la maestría que demuestra Youssef pasando del trasfondo político al amoroso o al filosófico mediante la cultura que rodea a toda circunstancia. Ensalzar la figura del Averroes humano, religioso, padre, marido y al tiempo darle a la mujer del filósofo el estrecho margen de importancia también resulta hoy un excelente ejercicio de reivindicación cuando algunas interpretaciones llegan a eliminar a la mujer musulmana. Además comprobamos como toda política se compromete con otras ideas, que la corrupción social emana de una figura, de un poder en cierto modo invisible que recorre el trasfondo de la ideas para desvirtuar ciertas correcciones en el mundo donde todo vale, pero no lo mismo.

lunes, 4 de mayo de 2015

The Imitation Game (Descifrando Enigma). Morten Tyldum. 2014.



Otro biopic con cierto aire pedagógico que rescata la figura de un científico y/o pensador, no para hablar de sus amores o dificultades, que las tuvo y demasiado grandes, si no para hablar del origen de uno de los mejores trabajos humanos y de una relación, fundamental hoy, como lo es nuestro amor por las máquinas y la tecnología que las acompaña. La elección del tema para hablar de una mente como la de Turing no desvirtualiza el hecho de una personalidad tan privilegiada como duramente maltratada por una sociedad ingrata con la diferencia y miope para la innovación por mucho que hoy quieran disfrazarla.

Todo el mundo puede hacer su propia película, acotar ciertos sucesos de la enorme cantidad de hechos que jalonan las vidas corrientes de hasta los más grandes genios, unos definirán un personaje, otros el mismo pero diferente, e incluso otros variarán el mismo personaje hasta cambiar incluso acontecimientos en beneficio de la trama, el público o el productor. A mi me parece que narrar la complejidad del pensamiento de Alan, e incluso los padecimientos que sufrió por amar de forma diferente a lo llamado habitual o natural pueden ser conducidos de otra manera. Destacar más una figura prodigiosa que un acontecimiento tan vital para el destino de una guerra como otros hechos bélicos generalmente ninguneados por una oficialidad generalmente monolítica. El acontecimiento se merienda a la figura genial que sigue siendo la especie de sombra a la que el gobierno británico le sumió hasta la reinstauración pública de hace unos pocos años. Todo sigue igual, la historia a veces se convierte en sierva del vencedor.

La película funciona bien, dos figuras diferentes, uno por su orientación sexual y su personalidad autista y aislada, y la mujer por su mera condición, van a saber liderar a un grupo de mentes elegidas para descifrar el código en el que van encriptados los mensajes del ejército alemán. No muchas novedades en las caracterizaciones de egos, en situaciones que avanzan hacia un clímax donde el dato tonto caído casi de la nada va a salvar un proyecto, pero no una vida. Como todo producto cultural se merece unos interrogantes, ya sean en torno al film mismo, sus circunstancias, hechos, etc. A mi se me ocurren las preguntas más bobas, interrogándome acerca de qué ocurriría si ese último dato no aflora y el proyecto es retirado si éxito, si la mente de Turing hubiese merecido los mismos elogios sin este hecho o si hubiese generado más problemática teórica y práctica sin ese suicidio por el que nadie se cuestiona asímismo. Preguntas diferentes para películas diferentes, muchas veces de eso se trata cuando ves un film, cuando atisbas medias figuras dentro de la incompletud a la que asistimos cada día.

jueves, 30 de abril de 2015

La teoría del todo (The Theory of Everything). James Marsh. 2014.



Personalmente no me gustan los biopic de gente aún viva y aunque en este el tema es acotado al primer matrimonio de Hawking la grandeza del título le otorga un halo que después no va a poder cubrir tratando de unificar en la ecuación fílmica una vida más compleja que los pequeños momentos retratados, ya sean estos en el plano físico o intelectual. 

Destacar la interpretación, sin la cual la cinta no alcanzaría ni la mitad de donde llega. Unas interpretaciones muy logradas, con un detalle muy imponente ante las limitaciones físicas que impone una enfermedad como es la ELA (esclerosis lateral amiotrófica). Pero no sólo en el apartado masculino se queda la cosa pues la mujer del científico va a componer el verdadero rostro del desgaste, la cara del desánimo ante una imposibilidad tan tangible como es la pérdida de la pasión, ante el marchitamiento de los mínimos deseos. Y es que el valor del film anida precisamente aquí, en mostrar la humanidad de una relación, ya sea espiritual, racional o soportada sólo como un sentimiento vehicular. La valía de enseñar ejemplarmente que a pesar de los errores que se puedan cometer, de las diferencias que puedan surgir, hay algo que los atraviesa transversalmente para hacernos ver que todo importa tanto como nada a la vez. 

Lo dicho, una historia al uso, para el gusto clásico de superación, creación e innovación que tan mal entendidos resuenan hoy en un lenguaje que a veces parece tomarse en serio la brevedad del tiempo de la que hablará Stephen para despachar la historia de los conceptos y evitar la reflexión que determina toda buena práctica.

jueves, 23 de abril de 2015

Whiplash. Damien Chazelle. 2014.



Interpretar, una partitura, una película, es algo muy diferente como bien demuestra la película, en el segundo caso hay mucho de subjetivo, y este no es le lugar para abordar debates sobre la crítica cinéfila, literaria o de cualquier otro asunto. Sin embargo, para interpretar necesitamos un texto, un partitura, una película, en todos los casos partimos de una generalidad, unos la tocan a rajatabla otros miramos las diversas capas que atraviesan todo producto cultural, y a éste le atraviesan infinitas, tantas como personas puedan observarla. Dentro de las muchas parcelas que componen esta gran sinfonía jazzística donde el orden quiere imponerse a la música de la improvisación. Y es que la principal arteria que recorre el film es la relación entre el genio y la educación, entre el talento y el pudor de éste para manifestarse plenamente ante la multitud de impulsos que nos rodean.

Aquí ya comenzamos a interpretar de modo diferente, mientras los número y las cadencias determinan las notas en el compás, las vivencias y los aprendizajes van a forjar una interpretación nunca satisfecha plenamente por el retrato del cine actual. Mi visión del hecho educativo no coincide con la visión profética pero ensangrentada del profesor, director. Ni con su idea del fin del jazz ante el poco empeño del talento por brotar de las innumerables mentes y manos que lo pueblan. El sangre, sudor y lágrimas aplicados a un individualismo mal entendido determina prácticas incoherentes con el proceso de socialización que marca también nuestro devenir, y ha formado incluso críticas a una cultura del esfuerzo que aplicada de forma metódico racional puede ser más efectiva que el actual soborno de esta misma idea de superación ante el afán capital monetario. Las notas surgidas de ciertas lecturas, de ciertas comparaciones no pueden ser igualadas en pretensión precisa al ritmo perfecto de una sintonía, al golpe de pedal preciso o al súbito redoblar de los platillos, pero al menos iluminan desde ángulos pertinentes y argumentados desde cierta coherencia racional otras formas de ver siempre insinuadas aún en el reverso de la más perversa o bella imagen.

Lo mejor del film, la música y el montaje, respetando el sobresaliente trabajo de ambos actores que transmiten con sobriedad los distintos estado de ánimo por los que pasa principalmente el joven estudiante. Y es que el montaje es de una precisión milimétrica, acompasado por una música diegética que nos acerca a un jazz puro, de auténtica big band pero exclusivamente interpretado por una batería, alma del ritmo y de la cadencia de imágenes que van a ir acompañando las diferentes situaciones por las que debe ir pasando aquel que quiere ser un genio de lo suyo. ¿Y lo demás? Improvisar.

miércoles, 15 de abril de 2015

Birdman (o la inesperada virtud de la ignorancia). Alejandro González Iñarritu. 2014.



Te pueden gustar el gran plano secuencia o puedes preferir los adecuados cortes y su montaje. Igualmente puedes elegir entre un espacio real o uno virtual, incluso puedes elegir la mezcla o concanetación de planos físicos o vitales en el interior de un film. Asimismo te encanta un protagonismo solitario o la coralidad en la historia narrada o quizá sea lo explícito de la solución, o su ambigüedad lo que prefieres separar ante lo que te complace. Por ello mismo ante esta cinta uno se siente algo desvalido, salvo ante la primera afirmación aquí descrita, pues en ella se dan en conjunción ciertas tesituras, dualidades, confrontaciones, que, formando un conjunto, hablan sobre la fama, sobre el arte y sus formas donde cobra protagonismo la interpretación. Y aunque lo hace de modo visualmente inteligente no parece existir mucha novedad en el frente de los discursos narrativos y representativos en tanto al tema(s) se refieren.

Rescatar a un personaje mediático para interpretar algo parecido a lo sucedido (es lo que tiene el sistema, muchas de sus autoprofecías se cumplen y hoy la metaficción está a la orden del día) es el primer paso para dotar al personaje y a la historia de una verosimilitud de la que va a carecer cronológicamente y narrativamente tras el sarcasmo e histrionismo en el que se instala la óptica del director. En eso la elección es perfecta y el choque producido por la realidad de un actor hace más creíble una notable interpretación de otro protagonista fuera de lo común. Los recursos técnicos van a apoyar esa visión ácida sobre los problemas que ofrecen las tablas al cine, empezando por una interpretación que va más allá de la propia vida, que confunde los mundos hasta el paroxismo en el personaje notablemente interpretado por Michael Keaton. Pero a veces, estos elementos técnicos, no ofrecen sino un recurso visual que no añade nada a la historia e incluso ralentiza los pasos donde el recurso ha de ser estirado para el engarce siguiente.

Rodar los delirios de grandeza, los egos de personajes tan débiles en la vida como enormes en el escenario, los miedos y paranoias de una industria menor en cantidad pero ansiosa de más por un convencimiento de su mayor valía artística, las relaciones entre un mundo tan diferente de lo que quiere representar y ese propio mundo encarnado no ya en el público si no en la crítica. En fin tanto rodar no es fácil y el mexicano afronta excelentemente su plan de fantasear a aquellos que provocan tales fantasías de realidad. Pero la propia crítica y la fantasía que ha ido creando ha sido, sin embargo, la culpable de mi pequeña decepción ante un gran rodaje descafeinado por exceso de fantasía. Esperar tanto y no ver más que buena fantasía angosta mi elocución y quizá la cinta requiera de la maduración pertinente que otorga un segundo visionado, pues las hay que lo merecen.


viernes, 10 de abril de 2015

Pasolini. Abel Ferrara. 2014.



Intentar acercar la complejidad del mundo de Pasolini retratando los últimos momentos de su vida, entre la familia y la intelectualidad, entre la realidad y la ficción, es un ejercicio que necesita de una óptica diferente, quizá para esos profanos del arte que atisban más allá de lo que uno pudiera interpretar, pero Ferrara suele estar apegado a la realidad, quizá demasiado drástica en su cine, entre una violencia y una poesía que acompaña igualmente al ser humano en su historia. Así el film es una mezcla de intentos, de reflejos de una figura clave del pensamiento estético audiovisual, de una figura prolífica en su país cuando hablamos de la relación entre política y arte, de un referente en entender lo que puede y vale un cuerpo. Y es que acotar en poco más de 80 minutos tal figura es tarea ardua, en la que sólo dibujando a pinceladas, entre realismo e impresionismo, entre costumbrismo y vanguardia, se puede acercar a atisbar una sombra que debiera ser más alargada para comprender el universo artístico y plástico de nuestros días sin caer en el extremismo del cómo debiera ser cualquier relación.

No es un biopic al uso, ni un pretendido documental de sus trágicas últimas horas, no desprende el halo perturbador que manifestaba en su discurso el escritor, ni la rica imaginería que brotaba de sus imágenes, pero el conjunto acerca el universo humano, demasiado humano, que desprenden ciertas personas, un universo poblado de esperanzas por el otro, por el amigo inesperado en el que se puede convertir cualquier desconocido, principio ético desde la antigüedad y de cuya pérdida advierte el autor italiano en su defensa del nuevo esteticismo más allá de la banalidad del capitalismo.

En cuanto a lo estrictamente fílmico, a veces un excesivo uso musical perturba el ambiente dramático puramente visual, otras veces lo acompaña diegéticamente de manera maravillosa, y con la imagen ocurre algo similar, pasa de una realidad poética asombrosa a un edulcorado sueño entre la oniria y la realidad, o a ciertos montajes en forma de collage para mostrar un tiempo poético en forma de recuerdos e imaginación. Se puede quedar corta, pero más quizá se convierta en exceso, sin embargo, sólo el intento de tal retrato merece la pena ser disfrutado y aplaudido, a pesar de las notas de alta cultura que desprende siempre todo halo italiano.

lunes, 6 de abril de 2015

Interstellar. Christopher Nolan. 2014.



El problema se dirige a la propia ambición que representa la película y quizá por ello en esa desmedida pretensión se derrumbe en parte una historia que necesita de más explicaciones que de apelaciones a un espectador aturdido por comprobar que todo cambia porque algunos pretenden seguir haciendo lo mismo de siempre parafraseando malamente a Lampedusa. Nolan nos dibuja un futuro donde la salida hacia delante es la única opción, el salto científico de lo incomprendido va a restituir nuestros errores gracias a una ayuda postridimensional posibilitando el triunfo del pensar científico, el triunfo del ser humano ante cualquier adversidad (aunque sea él mismo la propia plaga). Ya dentro de esa mesiánica esperanza hay tan buen cine como precario pues todo aquello que engrandece al film es absorbido por cada explicación literal donde no sólo se le falta el respeto a la ciencia sino que desarticula el ritmo más intrigante y misterioso que suele caracterizar a las películas de género espacial.

De lo bueno, como siempre en Nolan, remarcar el tratamiento visual de sus películas, con unos planos muy cuidados, generalmente de gran formato y usando las más novedosas técnicas de rodaje. Una historia bien contada, a pesar de la desmedida ambición, que cuenta con momentos excelentes donde la luz juega un papel decisivo y quizá por ello se le perdone cierta saturación, también habitual en su cine, pero que aquí sí juega un papel decisivo en tanto luz somos. No obstante la importancia del film radica en también en el tiempo, elemento clave en el cine del autor, y aquí es donde conjunta expresivamente los planos de luz y de tiempo para jugar con ellos y ofrecernos la materialidad del tiempo gracias a teorías cuánticas que aún no han podido salir a la infinidad de lo inmensurable y al ejercicio visual fotográfico y de efectos digitales.

Y lo malo va más allá del propio cine, más allá de las imágenes pero no tan alejado, pues en la representación conjunta aparecen los distintos significados e ideas que luego vienen a ser proyectados a la sociedad en general. Y aquí el conjunto peca de un falta de autocrítica omnipresente en el cine americano, y en general, no sólo en el cine ni en ese país. La huida hacia delante por muy prometedor que sea nuestro futuro tecnológico y científico no es la mejor forma de afrontar los problemas presentes, pero quizás no sea si no que no somos mas que el propio virus de un planeta herido que no sabe reconocer su verdadero papel en medio de las estrellas que nos han visto nacer. 

P.D. Ni punto de comparación.

sábado, 4 de abril de 2015

Millenium actress (Sennen joyû). Satoshi Kon. 2001.



Comparar este film con el cine de animación nipón puede ser un ejercicio crítico indispensable pero quizá dejaríamos de lado la propia grandeza de un film que con poco cuenta mucho y a veces es lo único que le pido a un film, que muestre y muestre. Y aquí hay qué mostrar pues los más de mil años que van a emerger de la memoria de la anciana actriz y del propio celuloide retratado van a narrar la magia de un interés muy diferente de aquel con el que nos quieren hacer comprender el mecanismo del mundo.

Un interés que parte de cierta admiración, de cierta pleitesía hacia el ente valorado en una medida irreductible a la lógica juvenil del éxito rápido y fugaz, y que viene marcado por el reconocimiento de un documentalista en cuyo ejercicio fílmico va a llegar a protagonizar los sueños de la antaño aclamada actriz para hacernos ver no sólo el material de los sueños de celuloide si no también recuperar el aliento perdido a una protagonista de tantos filmes en busca propia, en busca del gran amor y secreto que se recibe con el propio deseo y el afán de perpetuarlo. La voluntad del individuo es parte de la grandeza de toda la humanidad pero la materialización de sus deseos sólo aumenta el valor de la misma en la medida en que contribuyen a un fin más allá del narcisista valor de tantos y tantos fines que ni llegan a serlo. La búsqueda nunca fue en vano pues en el camino es donde uno se juega el tipo, en donde se gana el merecimiento y reconocimiento largo y sosegado o por el contrario es devorado por la ignominia del momento dejándose arrastrar hasta la ferocidad del tiempo y del olvido, de la falta de memoria que impulsan los nuevos tiempos.

Entre lo onírico y lo real Kon sabe tejer el tiempo para mostrarnos desde una historia de amor la necesidad de memoria y el peligro de la anestesia que suponen unos días donde el pasado no sirve si no para enmascarar un presente inválido de reflexión, de verdadero deseo, de ánimo para ser libre de verdad sin tener que por ello pisar a ninguna otra persona, La implicación que puede tener uno mismo en cualquier suceso, incluso pasado, para reapropiárselo y saber discernir de allí esa enseñanza que más allá de su aplicación precisa o exacta, debe su valor a esa imprecisión, al no saber cuándo, cómo, o dónde va a ser menester... Mientras tanto disfruten y sigan buscando.


lunes, 30 de marzo de 2015

Citizenfour. Laura Poitras. 2014.



Conozco la importancia de este caso desde el día en que se empezaron a publicar los datos en el diario británico The Guardian y he estado informado al respecto pues desde hace tiempo venimos asistiendo a pequeños escarceos públicos de una información y de unos datos que sirven para observar como el ejército estadounidense se las gasta alrededor del mundo, de cómo los paraísos fiscales son una amenaza para la fiscalización de los estados y en este caso como empresas de comunicaciones y estados se alían para perpetrar el mayor control a la población jamás visto. Sin embargo, a pesar de la importancia del asunto no me creo que en los últimos premios Oscar no hubiesen mejores documentales para llevarse el galardón.

Vuelvo a repetir que el valor de la historia es de lo más alto a nivel periodístico e informativo de los últimos tiempos donde son necesarias decenas de bombas periodísticas a la semana para alimentar una industria que se devora a sí misma. Pero el documental en sí deja mucho que desear, una historia cronológica donde ya sabemos qué y cómo va a ocurrir, donde lo único valioso que nos ofrece son las dudas y métodos usados para la elaboración de tan impactante información. Es justo ahí donde alcanza un valor más alto al mostrar cómo es la relación entre la fuente, la información y el periodista desde un plano deontológico muy profesional. Valor en aumento al retratar a un Snowden tan seguro de lo que hace como vulnerable ante cualquier movimiento en falso de incluso los seres a los que confía su secreto. Por eso no alcanza un grado de efectividad total pues no llega a valorizar en cotas máximas la totalidad de paradojas, incertidumbres, cuestiones, dudas que surgen de un proceso como este, ni tampoco llega a ser una representación de la figura del confidente, cosa que por otra parte no desea el propio afectado, pero es que tampoco llega ser el documental informativo e hiriente que puede ser una vez que ha sido puesto en escena.

Me parece más trabajo de Pullitzer que de Oscar pero es indudable que el trabajo de Laura es digno de elogio más allá de la virtud de la imagen como ilustradora de historias. Además que el periodismo en estos días de crisis de todo sea bendecido con un documental premiado en esas alturas es bueno para una profesión que ve cómo cada día el triunfo del dinero prevalece ante cualquier verdad y ya luce desdibujando sus propias fronteras y moldeando su autodestrucción. No estamos ante un documental novedoso por su estructura, forma o cualquier cosa que lo haga especial salvo la valiosa información que revela. Imprescindible.




miércoles, 4 de marzo de 2015

La isla mínima. Alberto Rodríguez. 2014.



Empecemos maximizando esta isla que no viene siendolo tanto en nuestro cine patrio, una isla que recoge todo el arsenal poético del cine negro, thriller o como queráis etiquetarlo, para empezar a mostrar historias dentro de los cánones hoy establecidos. En esta isla particular Alberto Rodríguez ya lleva remando a favor del género con particular maestría creando grandes películas como ésta, donde, a pesar de un par de calzadores en el guión, a mi gusto, encontramos unos personajes bien ajustados a una historia que demuestra como el mal está más cerca de lo que creemos. También fluye de manera sobresaliente gracias a una fotografía excelente, una virtud que acompaña a un montaje bien desarrollado, con unos mínimos imprescindibles que dirigen la mirada hacia el núcleo bien definido de un relato que apunta más allá del mero hecho, y que apela a la inteligencia del espectador curada del maniqueísmo preponderante.

De mínima entonces poco, en términos cinematográficos, pero ahondando en la narrativa podemos observar como la línea que separa el bien del mal a veces es difuminada por el estrato del tiempo y el del espacio. Las líneas que dibujan el territorio físico o emocional son como las ficciones que nos contamos cada mañana para sobrevivir, meros referentes que nos hacen reconocibles, a veces. El territorio y sus huellas son abordadas por las líneas que ofrecen las pruebas, los canales por los que viajan las informaciones y los sospechosos se bifurcan con otras líneas viejas, otras vetustas quizá anquilosadas. La isla mínima alude tanto al lugar físico del abandono, al derrumbe y despojo de una deslocalización del mundo rural y al tránsito ideológico que representa la reciente libertad tratada en la película. La transición de un punto a otro es como la propia historia de una democracia coagulada desde su seno, la poética pasa de la noche al acorde más lumínico a la par que el relato avanza sinuoso por el delta que lleva a los ríos a la mar.

Entre mínimos y máximos, el medio, el centro gravitacional donde se quedan muchos filmes, un centro que busca maximizar minimizando, un centro abierto a la interpretación de ese más allá que no se cuenta, una buena dosis de imaginación para ver desde el hoy más necio un pasado en transición que quizá sólo fue el sueño de un gran crédito, para comprobar que, como en estos extremos, todas las líneas que nos trazamos se bifurcan con el tiempo para, algunas, ser traspasadas sin saber ni cómo ni por qué...


domingo, 22 de febrero de 2015

Belleville Baby. Mia Engberg. 2013.



Esta obra condensa muchos de los aspectos que caracterizan al arte audiovisual actual, por una parte la mirada documental como intento de acercarse a la esquiva verdad que ilumina nuestros días, y por otra parte el personalismo como parte deconstructiva en el intento de ahondar en la filiación artística, en sus mediaciones con la representación tanto de la realidad como de la parte subjetiva que interpreta. Así, Mia Engberg vehicula la relación amorosa pasada para indagar en su identidad, en la visión diferente que se tiene de la misma historia, de la aparente relatividad que puede otorgar pertenecer a un mundo distinto, sea este una clase social, un género o el mero hecho de poseer distintas ideas. La antigua relación sentimental es documentada como recuerdos en la indagación del nuevo ser al que han sido trasladados los personajes tras un romance interrumpido por el cine y por la cárcel, por un tiempo diferente que años después vuelve a tejer el hilo tras la llamada inquisitora por esa búsqueda de la propia identidad a la que nos enfrentamos cada mañana casi sin observarlo. El documento visual dota a la historia de esa credibilidad que dan las tomas sin destino previo, sirve para hilvanar el relato autobiográfico a esa realidad cambiante que siempre se nos escapa, aún siendo dos en uno como se llegan a sentir en Marsella. Pero el personalismo que otorga el propio tiempo también ha tenido su propio hilo temporal que desdibujándose por otros senderos ha ido enderezando un nuevo rumbo, quizá no tan distinto del pretendido inicialmente en cuyo seno albergaba cosas tan distintas. El cambio de rumbo quizá ya estuviera elegido en el guión que escribimos cada mañana frente al espejo, el preguntarse por sí mismo es algo que tiene que ver con el tiempo, con ese autoengaño del que precisamente hoy leía en palabras de Fernando Broncano

Y es que el individualismo cinematográfico está al alza, sobre todo en estas cuestiones identitarias, ya sea como reflejo de cierto posmodernismo, a mi gusto paralizante, o ya sea como investigación de un ser individual mucho más allá de la caracterización por etiquetas rígidas que le conviene al pertinente orden. Y aunque no todo es oro lo que reluce, aquí encontramos esas pinceladas lumínicas dentro de tanta sombra, en el juego entre la luces y las sombras se puede descubrir ciertas preguntas de veras pertinentes, pues a veces sólo importa la pregunta. Podemos observar como parte de ese autoengaño es parte importante de nuestras vidas, como la comunión perfecta con otro ser es siempre obstaculizada por nuestro propio ego imponente, como la diferente visión, ya sea ésta idealizada o mediatizada por un pasado sin invocar, interfiere en nuestro modo de asimilar un situación, una relación, de como el pasado es un invento que nos proporciona otra seguridad, la misma seguridad que la propia autora y protagonista podía sentir, o no, en una relación peligrosa, con un amante colonizado y al que finalmente, podemos preguntarnos, ¿llega a descolonizar?

Aquí las trampas siempre presentes de la imagen, del relato audiovisual. La verdad de un relato no depende ni de la imagen ni de lo representado por ella o sus correlatos audiovisuales. El cine como el tiempo otorga al menos el poder de conversación, con uno mismo y nunca con el otro, el otro comenta, dice, interpreta pero su visión siempre mediatizada por la nuestra se interpone a la necesidad de un relato siempre incompleto, siempre a expensas de la verificación que el propio tiempo almacena para cuando sea pertinente ver el propio autoengaño. Sortear estas trampas es el equilibrio que mantiene hoy el autor de estos ensayos fílmicos y aquí Mia como cualquier otro cineasta que se precie esquiva con maestría las dificultades del relato abriendo preguntas e interrogantes sobre las cuestiones particulares de su vida que la llevan a preguntarse por su ser, que nos llevan a preguntarnos a nosotros por su ser, por su modo de expresión e infinidad de cosas más, porque lo promete este film es preguntar desde el recuerdo, sabiendo de la propia representación de éste, de la particular insidia que es saberse exiliado cada mañana y por ende la necesidad del preguntar. 

jueves, 5 de febrero de 2015

Un lugar en el cine. Alberto Morais. 2007.



¿Referir al espacio determinado, aún por un misterioso y siempre anodino lugar, puede acercar a la experiencia cinematográfica a la falta de absolutismo conceptual que arrincona al llamado séptimo arte? ¿Deberían ser lugares los elementos donde sustentar una teoría cinematográfica o el sueño por la abarcadora comprensión del fenómeno fílmico ha nublado no sólo la pretensión teórica y por tanto de lugar, de espacio físico, de persona y vitalismo que transmiten las imágenes, esa metarepresentación de la representación con la que vivimos? ¿Un título describe o prescribe lo anunciado en la narración, en la representación o es un juego más con el que buscar el pretendido sentido que acompaña generalmente a nuestra visión? Llevo un rato pensando tanto en el film como en el nombre que lo acompaña sin poder decidir si existe una brecha entre ambos o si la brecha está situada en el borde del lugar desde el cual contemplamos la propia obra. No sé si el lugar del cine está más cercano a ese mito que lo acerca al arte para fagotizar la precaria esencia de la imagen en movimiento, o a los lugares que emanan de un autor, de un estilo, de una forma de atender a las cuestiones estéticas que van más allá del mercantilismo y que, sin embargo, siguen el modelo de éste en cierta medida. Quizá de ahí el lugar, la búsqueda de un sitio para las esperanzas, deseos e ilusiones no sólo del cine sino del propio hombre que desde los inicios nos sostienen, la búsqueda de un lugar múltiple tan indefinido como presente.

 La reflexión sobre el título sólo anticipa la misma sensación tras el visionado donde la imagen va a oscilar entre diferentes puntos tan cinéfilos, ávidos por una historia que los reconozca así como del tiempo que las propias imágenes detienen en palabras magistrales del compañero italiano por el que se inicia esta investigación espacial tan especial.
En estos espacios abiertos la imagen va a hilvanar unos tiempos abiertos tanto por los espacios físicos que componen las obras que se ponen en juego, como las personas que participan en una reflexión sobre cuestiones cinematográficas que van más allá de la pura cinefilia, que acercan el tiempo a su rastro más espontáneo, al rastro que el documentalista intenta captar no sin conocer la propia falsificación que toda huella padece. No hay ese lugar determinado para incluir y aislar una concepción cinematográfica acorde siempre a nuestra idea estética sobre lo que debe ser la experiencia cinematográfica, los lugares que van del neorrealismo a Pasolini vistos desde las diferentes ópticas que configuran el relato de aquel lugar dejan entrever el conflicto que conlleva el cine y el arte, la estética y la economía, la sociedad y el ser humano. Escuchar a los maestros y a los aprendices, a los usuarios o partícipes otorga la posibilidad de esta interpretación sobre la falta de definición del lugar concreto, del nombre propio de la teoría y la confabulada recepción, las notas que lleva inscrita la imagen en movimiento se escriben en lenguaje cultural, las matemáticas no ayudan a la ciencia social, por eso el lugar no puede ser el eje cartesiano, la concreción del mito, incluso del propiamente representado, del que no nos abandona ni tiene pensado hacerlo.

Para mi gusto ligeramente larga, pero el tiempo como el espacio, el lugar, es tan indefinido como los planos que componen la búsqueda de esa lugar donde se comete un asesinato, donde el cine adquiere nuevos mitos que se han de unir a los beneficios económicos, a la industria alimentada desde los propios sueños. La longitud tampoco ha de tener cabida en aquel lugar donde aún es posible extraer algo de la poesía y su conocimiento precario del que la propia filosofía es deudor. El lugar del cine espera siempre ser recorrido desde una mirada flexible y enfocada, que juegue más allá de la profundidad de campo de las circunstancias para con la escasa luz que ofrece el inabarcable audiovisual encontrar el destello estético de encontrase como Ulises ante el espacio perdido, anhelado, y que no puede dejar de soñarse.

sábado, 10 de enero de 2015

Agua tibia bajo un puente rojo (Akai hashi no shita no nurui mizu). Shohei Imamura. 2001.



El mayor tesoro del que podremos disponer es este líquido formado por esas moléculas antiguas que soportan aquello que hemos ido a considerar como vida, y es posible que el simple chorro acuático en su círculo vicioso arrastre en sí una mayor comprensión temporal que la implicada en nuestras planas, por horizontales, mentes. El agua posee distintas propiedades que hacen de ella una condición necesaria para el mantenimiento vital, para el disfrute y la adoración, para saciar el aspecto físico que interponga las diferentes propiedades que luego la cultura determinará. El agua fría templará los ánimos, saneará la calidez estival o será calentada hasta el punto de masacrar beneficiando. Las distintas concepciones dignificarán o enterrarán las distintas construcciones culturales para diferenciar el líquido en su pureza y la mezcla inherente con el entramado que lo rodea, así el fluido va a disponer de tantas teorías como prejuicios puedan ser montados. Unos serán tesoros, otros basura, algunos serán repulsivos, otros nos podrán bañar hasta de emoción.

Aquí el agua es tibia, esa propiedad que no la acerca a los grados más representativos para dotar de cualidad al agua, sin la extremada y nerviosa frialdad ni el sano y soporífero calor puede parecer no llegar a agradar como generalmente sucede, puede parecer extraña la fuente del manantial de esta agua tibia que alimenta el río, aguas legisladas desde los puentes de la misma razón que vertebra esas propiedades acuáticas. Poder pescar o cómo diantres hacerlo puede llegar a ser la misma historia que buscar un tesoro y encontrar otro, puede ser igual que correr persiguiendo una meta que correr sin ella pues los puentes sirven para ello, para pensar en la tibieza como algo dado, algo por cambiar, algo que necesita del alimento incesante, del reflexionar ante el pensar, el frío y el caliente, el que proviene del manantial, y que surge al caminar, al pescar ideas que expanden nuestra ligera intuición.

Un baño de esperanza siempre ha de ser tibio, dulce, arrastrando tras de sí los desechos que otorga el tiempo, las circunstancias que nos sumergen en un baño posible, que nos hunden a territorios por explorar sin la consabida lección sobre alguna de las cualidades que el propio baño quiere limar. No hay erosión si el agua no arrastra ciertas impurezas, por ello, reanudar una y otra vez el ciclo acaso sea la fórmula para bañarse dos veces en el río de Heráclito, quizá sea la fórmula para conocer un tiempo cíclico doblado en la hilera expandida del agua, de las moléculas que la componen, a veces mezcladas, otras por juntar, pues los estados del propio fluir son como los del hombre, constantes, en su cambio, indefinidos en su puro ser.

martes, 6 de enero de 2015

Ida (Sister of Mercy). Pawel Pawlikowski. 2013.



Por arriba de nuestras cabezas hay algo más que puro decorado, aquello que corta el encuadre formal puede convertirse en la auténtica relación con el cuadro completo pues después, siempre después, quizá no sea más que ese retorno impasible que nos dedica la vida, las ideas que guían cualquier vida, como esta propia manía de reservar como un buen vino algo de la mejor cosecha cinematográfica para esta noche de reyes.

Una vida, la vida y su gobernanza desde las ideas que tratan de amoldar la parcela de realidad en que nos toca vivir hace del ejercicio fílmico una búsqueda, siempre la búsqueda inmemorial de la imagen, de la propia savia que destila en cada afecto, en cada suposición tácita sin llegar a contraponer la otra realidad allende los muros más que con las notas de la mezcla musical que supone la sospecha del jazz y su propia valía ontológica para los tiempos que empiezan a correr. Búsqueda vital la del personaje y la de la imagen y una historia que va más allá de la ideología, que se acerca más a ese todo del que nuestra inexperta salvaje no puede ni querrá escapar.

¿Se puede decir más con tan poco? Hora y poco de planos tranquilos, de sonidos y voces escasas pero efectivas, de reacciones sutiles, espontáneas, esperadas, sorprendentes al final. ¿Y luego, qué más?
La película, nada, más.

domingo, 4 de enero de 2015

Stalker. Andrei Tarkovsky. 1979.



Ese lugar de indeterminación afirmado por la crítica ante esta historia tan anodina como trasecendental es ocupado por la apuesta solidaria ante el espectador que maneja Tarkovsky delegando en él la resolución de la propia idea que transmite este mismo círculo vicioso que no sólo atañe al arte si no a toda manifestación humana desde la primigenia ontología que sustenta sus raíces sociales. Para llega a ese lugar, desinteresado, es menester hallarse en posesión de las herramientas disponibles, cualesquiera que puedan ser, ya sean los empirismos científicos o las subjetividades narrativas, los triángulos y rectas o la poseía afectada desde un habla a veces tan mentirosa como la propia memoria pero tan necesaria como la misma ciencia que hoy nos sustenta. Poder atisbar ese lugar es el recurso de nuestra cotidianeidad y, sin embargo, sólo un avispado como es un Stalker parece ser la clave para mostrar cómo la muestra del ordenado suceder esconde en su seno lo extraordinario, el sueño y la fantasía que anidan tanto en las mentes como en la muestra física del entramado natural de la sociedad humana. Lo indeterminado quiere escapar a la gran interrogación, por ello su aniquilación comprendiendo o anulando su sentido parecen meros argumentos falaces frente a una visión más dogmática, una mirada más cercana al dogmatismo religioso, mítico y que bien acapara espacios y tiempos en la andadura cultural humana. Una vez llegado el sentido, el deseo por el sentido, vuelca ante la pureza del verdadero desear, aquel que escondemos lejos del yo igualmente indeterminado en las fauces de la multiplicidad de identidades que adquiere una vida humana. El choque de indeterminaciones quiere provocar la precaria determinación que ofrece la visión a través de un prisma, a través del cristal de agua que son nuestro más arcanos ojos, de ahí la figura que acerca al correr del agua con un tiempo corrido, inabarcable pero que parece ser el sino que entorpece toda plenitud.

El film nos arrastra hacia ese lugar donde la interpretación es dejada en parte a unas imágenes que nos anticipan el propio cambio de todo lugar, la indefinición que adopta el devenir de todo acto, físico y mental, y que mece la propia creación de la idea, o de ellas en plural, pues pretender salvar el fenómeno mediante su entera comprensión no es más que la ilusión que lleva inscrita en sus genes (memes) la propia humanidad, siempre precaria y lenta, a contracorriente de unos sentidos que necesitan de una intelección para afrontar su propio ser. El triángulo que forman las perspectivas vitales es confrontado a una naturaleza no sólo escrita en lenguaje matemático sino conformada mediante los deseos humanos que la atisban, la cuadran o la contemplan adorándola como se adora al propio ser, esperando cierta redención de ambos, la siempre incompleta cuadratura de la vida en su alto valor. El trío protagonista nos desvelará aquellos matices en diversas instalaciones frente al mundo que nos rodea, el valor de las ideas y los miedos y simpatías que rebosan de tales prejuicios ya que al final quizá no nos quede si no decir aquella máxima socrática para descubrir nuestra ignorancia.

Nos encontramos ante una película densa, de no tan difícil lectura si uno se deja arrastra por una historia más bien metafísica pero sin la escabrosidad de los tratados filosóficos al uso. Todos llevamos un Stalker en nuestro interior, una forma de emparentarnos con nuestra realidad haciendo de nuestro sueño la propia cárcel o paraíso en el que creemos disfrutar. Seguir la pista para llegar al lugar donde nuestros sueños sin desvelar van a aflorar es continuar el viaje sorprendente que iniciamos el día que nacemos, en algún lugar, en alguna zona.