lunes, 4 de mayo de 2015

The Imitation Game (Descifrando Enigma). Morten Tyldum. 2014.



Otro biopic con cierto aire pedagógico que rescata la figura de un científico y/o pensador, no para hablar de sus amores o dificultades, que las tuvo y demasiado grandes, si no para hablar del origen de uno de los mejores trabajos humanos y de una relación, fundamental hoy, como lo es nuestro amor por las máquinas y la tecnología que las acompaña. La elección del tema para hablar de una mente como la de Turing no desvirtualiza el hecho de una personalidad tan privilegiada como duramente maltratada por una sociedad ingrata con la diferencia y miope para la innovación por mucho que hoy quieran disfrazarla.

Todo el mundo puede hacer su propia película, acotar ciertos sucesos de la enorme cantidad de hechos que jalonan las vidas corrientes de hasta los más grandes genios, unos definirán un personaje, otros el mismo pero diferente, e incluso otros variarán el mismo personaje hasta cambiar incluso acontecimientos en beneficio de la trama, el público o el productor. A mi me parece que narrar la complejidad del pensamiento de Alan, e incluso los padecimientos que sufrió por amar de forma diferente a lo llamado habitual o natural pueden ser conducidos de otra manera. Destacar más una figura prodigiosa que un acontecimiento tan vital para el destino de una guerra como otros hechos bélicos generalmente ninguneados por una oficialidad generalmente monolítica. El acontecimiento se merienda a la figura genial que sigue siendo la especie de sombra a la que el gobierno británico le sumió hasta la reinstauración pública de hace unos pocos años. Todo sigue igual, la historia a veces se convierte en sierva del vencedor.

La película funciona bien, dos figuras diferentes, uno por su orientación sexual y su personalidad autista y aislada, y la mujer por su mera condición, van a saber liderar a un grupo de mentes elegidas para descifrar el código en el que van encriptados los mensajes del ejército alemán. No muchas novedades en las caracterizaciones de egos, en situaciones que avanzan hacia un clímax donde el dato tonto caído casi de la nada va a salvar un proyecto, pero no una vida. Como todo producto cultural se merece unos interrogantes, ya sean en torno al film mismo, sus circunstancias, hechos, etc. A mi se me ocurren las preguntas más bobas, interrogándome acerca de qué ocurriría si ese último dato no aflora y el proyecto es retirado si éxito, si la mente de Turing hubiese merecido los mismos elogios sin este hecho o si hubiese generado más problemática teórica y práctica sin ese suicidio por el que nadie se cuestiona asímismo. Preguntas diferentes para películas diferentes, muchas veces de eso se trata cuando ves un film, cuando atisbas medias figuras dentro de la incompletud a la que asistimos cada día.

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