domingo, 29 de noviembre de 2009

Mishima, una vida en cuatro capítulos. (Mishima, a life in four chapters) Paul Schrader. 1985.


La peculiar vida de este autor japonés se nos muestra a través de sus narraciones con cuatro capítulos sacados de su gran obra literaria. En la película confluyen tres historias, la visión histórica de su suicidio ritual, su visión de la propia infancia y su visión del arte. En la obra se evita una valoración de la personalidad y de la visión política del autor para intentar mostrar su faceta artística, su ideal artístico de acción expresado fielmente en el teatral suicidio romántico en la tradición nipona del seppuku.
Cinematográficamente no aporta nada nuevo pues la mayor expresividad la recibe del tratamiento teatral de las obras de Mishima y la escasa valoración de un personaje, que promete mucho más, hacen del total una obra floja.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Horizontes perdidos. (Lost horizon). Frank Capra. 1937.


La obra de James Hilton debió resultar muy interesante a mentes aún ciegas de orientalismo y un director de sabia mirada humana lo supo aprovechar muy bien para narrarnos la historia de ese lugar edénico llamado Shangri-la, que corresponde a diversos mitos orientales sobre un lugar donde la sabiduría eterna coexistía con la inmortalidad (Chang Shambhala).
La contraposición de los valores occidentales a los orientales se deja notar a pesar del desconocimiento parcial que aún se tenía de la amalgama de creencias y religiones orientales. Hay algunos valores de notable talante histórico, como el Dalai Lama occidental de la orden de los Capuchinos, que reemplazaron a los jesuitas en su labor misionera por aquellas tierras, pero por lo general trata más el tema oriental ofreciendo una síntesis basada en su espiritualidad que una doctrina concreta, a pesar de acercarse más en su formalización al budismo.
Capra siempre tuvo ese talante para ofrecernos esa mirada a lo humano, a sus diversas manifestaciones, a sus estados de ánimo y pasiones, siempre confrontándole con la dura, y a veces cruel, realidad para terminar su discurso con ese hálito de esperanza tan necesario. Que bello es vivir, caramba.

lunes, 16 de noviembre de 2009

La banda nos visita (Bikur hatizmoret). Eran Kolirin. 2007.


Miradas hacia el fondo de las almas es lo que hace falta para resolver conflictos humanos, así lo entiende este director en su estreno y nos ofrece un amplio repertorio de imágenes a partir de los personajes, perdidos, de la Orquesta Ceremonial de Alejandría en la tierra “donde no hay cultura ni israelí, ni árabe, no hay cultura en absoluto” para ser acogidos, de varias formas, por personas que viven allí.
La mayoría de las miradas se las llevan los principales protagonistas, ese director de orquesta que tan bien perfila el prototipo árabe y aquella mujer hebrea tan desencantada como ansiosa por vivir, reflejo del contradictorio occidente. En ellos se condensan los silencios, las miradas hacia el fondo del ser humano que siempre guardan algo inexplicable, inefable y que sin embargo dan consistencia a eso que llamamos humano.
Además la cinta retrata bien otros aspectos del choque cultural promovido políticamente y lo hace mediante ese tono lírico que embriaga cada instante fílmico. Para recordar, ese momento en el que el donjuan de la orquesta necesita el árabe, su idioma, para expresar "el amor".

viernes, 13 de noviembre de 2009

Días salvajes. (A Fei jing juen. Days of being wild). Wong Kar-wai. 1990.


Hay veces que el orden de los factores altera el producto y con la desordenada visión de la trilogía que comienza aquí, para mi finaliza una historia más reciente, esas aventuras del protagonista a través del sinuoso camino del amor por cuyo final explicita una sugerente pregunta ¿a qué mujer habré amado más al final de mi vida? Cuya respuesta, claro está, se haya en el principio amargo de mi historia descolocada.
Nuevamente existen anticipaciones del formato que rige la obra, ese subjetivismo melancólico fusionado con el lúgubre y húmedo ambiente al que le llegan pinceladas sonoras amargas. En ella también encontramos los rastros psicológicos que aclaran cierto misterio del personaje, de su vida, de la sociedad en la que vive, aunque se hecha en falta, mal acostumbradamente, aquél aire fabulístico presente en las posteriores y que a mi gusto le dan más rango, la gente no necesita contar secretos, o si lo hacen prefieren hacerlo a cara descubierta, la juventud siempre altiva, por naturaleza.

martes, 10 de noviembre de 2009

Zatoichi. (Zatôichi). Takeshi Kitano. 2003.


Las apariencias no son lo que parecen pues los sentidos nos engañan. A partir de esta premisa Takeshi Kitano nos introduce en una historia de samurais, de personajes que no necesitan presentación, un samurai usa la espada, esa es su filosofía y presentación, la acción como paso inexcusable en el devenir humano.
Destacable el uso sonoro diegético del trabajo, de la laboriosidad, creando una atmósfera y conjugándose al ritmo e historia de la película pasando del compás del trabajo por chapoteos funestos hacia un cenit musical, que sin saber dónde situarlo en la escena musical japonesa debido a mi ignorancia, lo asocio a una mezcla de flamenco y claqué que me deja algo despistado.
También resaltar esas referencias humorísticas, casi todas ellas debidas a un nefasto uso de la espada o a una torpeza desmedida de los personajes secundarios que bien recuerdan a esos clásicos del género, siendo uno de los maestros Kurosawa, merecidamente homenajeado en la escena de la lluvia.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Siete años en el Tíbet. Seven years in Tibet. Jean-Jacques Annaud. 1997.


Comienza una época orientalista y tenía la impresión de que el film elegido para ello iba a dejarme mejor sabor de boca pero los recuerdos suelen ser muy traicioneros ya que mis primeras sensaciones no se confirmaron.
La película trata superficialmente el tema que atraía mi mirada, el budismo, aún en su versión de los lamas. Se dan ligeras pinceladas de esa forma de entender la realidad y además están contaminadas por una ficticia adaptación a los foráneos montañeros. Igual trato reciben los acontecimientos históricos, la forma “periodística” de enterarse los protagonistas del final de la Guerra es ejemplificadora de esa visión hollywoodcéntrica.
Y que decir de las relaciones humanas, pues otro tanto de lo mismo, superficialidad, un maestro montañero para el Dalai Lama que se considera un egoísta y acaba amándolo como al hijo que perdió por subir al cielo, una mujer bonita oriental a la que se perdona no enamorarse del guapo…
No es muy profunda pero entretiene a la vez que aprecias lo bonita que es Argentina.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Siete mesas de billar francés. Gracia Querejeta. 2007


Interesante propuesta de aires costumbristas con una peculiar combinación que en la película aparece como una tradición. En ocasiones parece demasiado irreal, con escenas llenas de tópicos a veces forzosamente enlazados, protagonistas un tanto planos y abocados a su destino detenido años atrás, pero también hay que elogiar otros momentos muy bien buscados y conseguidos en una historia muy plural y de amplio carácter humano. También hay que resaltar la grata actuación de Maribel Verdú, aunque esto último siempre mediado por el endiosamiento mítico que suscitó en mi juventud.
Creo que el querer ir avanzando en la caracterización de los personajes al mismo tiempo que transcurre la historia quiere darle ese toque inesperado, pero a la vez desmerece a un grupo más amplio de personajes, difícil siempre la coralidad.