jueves, 27 de diciembre de 2012

HappyThankYouMorePlease. Josh Radnor. 2010.

 

 
Simpática comedia romántica que bien merece ser vista antes que los clásicos semiculebrones adolescentes que pululan por ahí. No obstante, el film me ha parecido demasiado fácil, una mirada acrítica a la cultura burguesa, a la cultura neoyorkina como definidora de la metrópoli contemporánea. Sí, hay unos personajes representativos de la pérdida de sentido de la vida actual, pero a pesar de estar vagando por el mundo del sentimiento, del arraigo, de la fidelidad, no logran hacerse cargo de la situación del todo. Sin embargo, hay momentos muy buenos, los hay tiernos, compasivos, de humor, críticas reales y dejadas a la interpretación. No parece mal cine el de Radnor como indican las críticas a su último trabajo, aun así he notado en ciertos momentos cierto sabor a la serie que protagoniza, quizás fuera la engañosa costumbre.
 
El personaje principal adopta un ideal bastante autónomo aunque al final tenga que sucumbir a los elementos que la sociedad considera necesarios para la normalidad, esa que choca con el proyecto que en principio parecía ser, ese bohemio escritor que con su forma de vida es capaz de hacerse cargo de un niño de un modo diferente, de un modo que se salta el canon social y que le lleva a enfrentarse a la ley. La deriva del personaje es de adaptación, de búsqueda jovial que acaba y define el reencuentro de la idealidad en rememoraciones románticas, aunque es justo señalar el cambio de actitud, esa preocupación por una parte de humanidad que le faltaba al escritor de cuentos, de lo local y particular para convertirse en escritor universal, de novela, de ese texto que tanto dice de nosotros, de cualquiera de nosotros.
 
Los recursos estilísticos, sin ser demasiado deudores del encasillamiento genérico, invitan a reconfigurar este tipo de comedias románticas. No hay un excesivo uso de la dramatización de los personajes y el estilo es fresco, el narrador omnisciente y el grupo de amigos diseccionados en sus secciones con alguna confluencia bien aparejada dan un orden y sentido bien ubicados. Esperando ver lo nuevo...

miércoles, 26 de diciembre de 2012

París, Texas. Win Wenders




Tu hermano te encuentra cuatro años después y te lleva de regreso a casa junto a tu hijo al que han criado él y su encantadora mujer, y tú no sueltas prenda de lo que te ha pasado, de los avatares que te llevaron a caminar y caminar dejando todo atrás.
 
Algo traumático ha debido sucederle al individuo este y el espectador intuye que su relación amorosa fue el desencadenante, el punto de inflexión al que pronto el protagonista ha de regresar para dar sentido a su vida, a la vida de los que le rodearon y que por algún motivo dejó olvidados.
Todo ese sentido va a desplegar en una cabina erótica, en un lúgubre garito con un espejo y su reverso cristal, con un escenario, una lámpara y una silla, aquí nos va a mostrar Wender de modo magistral aquello que te atormenta, eso que deseas conocer desde el primer plano de la película. Esa historia contada en tercera persona que tanto dolor provoca, esa pasión que tanto desborda, que tantos conflictos provoca sus indeseadas colateralidades.
 
Todo el camino acompañado por el punteo de esa guitarra, por esa cadencia de movimiento uniforme, de un transcurrir del tiempo fuera de lugar, ensimismado, logran una apcible atmósfera que contrasta con la totalidad y brutalidad de sentimientos que se narran pero apenas son percibidos, deben de ser asumidos por el espectdor, acompasados con el ento devenir que exculpa al protagonista en su soledad, condena por la sobredosis de amor, por el miedo a perder lo que más se quiere, temor antiguo y peligroso.

viernes, 21 de diciembre de 2012

La voz dormida. Benito Zambrano. 2011.

 
 
Mucha gente piensa y cree que ya está bien de películas sobre la Guerra Civil, que la saturación es abundante y que no se hace otro tipo de cine en nuestro país, que siempre se trata con piedad a los republicanos, a los comunistas y allegados, mientras que el bando nacional sale demacrado. Y puede que tengan algo de razón, pero la verdadera razón de tanta sobresaturación, de tanta vuelta y revuelta, de tanto recuerdo se palpa en la historia, en unos hechos que hablan por si solos, le pese a quien le pese y por mucho que revuelva su conciencia o su pasado, pues la cruda realidad, ya no de la guerra, que en el film ya ha pasado (por si alguno aún no se dio cuenta) sino de la vida española en dictadura, sí en una terrible dictadura, para los pocos que quedaron y que pensaban de forma diferente fue el verdadero martirio, la anulación y el sufrimiento. Un dolor nunca reparado, traicionado por una transición que dejó las cunetas y los agujeros en las vallas en una indeterminación que, sin embargo, no alcanzó a muchos culpables de tanta miseria moral.

Zambrano, basándose en la grandísima novela de Dulce Chacón, logra mostrar y sacar a relucir el dolor de una posguerra dominada desde un autoritarismo extremo que dejó a un país en el silencio que reclamaba una religión católica tan cegada en un tradicionalismo mal entendido y dañino. Logra dar voz a esas mujeres siempre sufrientes, a esas madres de una España trágica que desgarrada en su propia sangre nunca ha sabido recordar. Por eso el aparente maniqueismo no es sino síntoma de la realidad rescatada del silencio profundo al que se la ha querido someter desde el fin de la fraternal contienda. Que hay malos, muy malos ¿qué puedes esperar de la maldad, de la soberbia y la sinrazón?

El film es una propuesta actoral muy grande, no hacen falta grandes escenarios, grandes ambientaciones, pues el trabajo de tanta gran actriz se sobra y basta. Inma Cuesta, Ana Wagener, Lola Casamayor entre otras, y sobre todo María León (vaya descubrimiento, que grandeza) otorgan el aire necesario que transporta el dolor, el sufrimiento de todo un país ante el crimen fascista que durante cuarenta años (sino más) acaudilló cualquier atisbo de esperanza. Con ellas empatizas a través de las rendijas, a ambos lados, dentro de esa cárcel, de ese inhumano confinamiento, y desde el otro, desde una calle invadida por el miedo, por la miseria disfrazad que trajerón unos golpistas de cuyo nombre no quiero acordarme.
 
La memoria histórica recibe aquí el impulso que los que tienen el poder de indagarla y aplicarla nunca se han atrevido a reparar. Gracias Chacón, Zambrano, por hacerme llorar irremediablemente y amargamente al recordar algo que no he sufrido pero que es parte de mi Historia.

viernes, 14 de diciembre de 2012

La invención de Hugo (Hugo Cabret). Martin Scorsese. 2011.

 
 
De la incesante laboriosidad que trae la racionalidad, la armonía de lo preestablecido y de cualquier elemento alienante para la vida de los hombres y mujeres intenta alejarnos el mundo onírico, el ejercicio del ensueño que incorpora el cine en su trascendentalidad. Ese es el artificio que magnifica al cine y lo ennoblece hasta situarlo en los pies del arte. Al menos es lo que interpreta Scorsese del trabajo de Méliès, aquel revolucionario paternal de lo que puede transmitir el cine, nada menos que sueños, unas veces molinos de viento en forma de pesadillas y otras dulces, tan edulcorados como los de la película. Una cinta que si bien tiene un excelente trabajo técnico, aunque para mi gusto la atmósfera está un poco sobrecargada por ese ansia de fantasía, y logra emocionar de buen grado, tiene algunos elementos que no acaban de encajar del todo bien, sobre todo la historia del padre de Hugo, apenas aporta a pesar de tener un significado dramático profundo.
 
Que no todo encaje puede ser enmendado, subsanado, y esto lo hace la épica del discurso narrativo, aquí muestra el director su particular visión cinematográfica, un cine de altos vuelos, un montaje intrépido a ritmo de la sucesión dramática, que por muy convencional que sea llega a transmitir la emoción suficiente para que el arte haga presencia en el espectador. Así el film viaja rápido, intentando contar demasiado, mostrar afectos y sentimientos por demasiados lados, y los encajes pueden resultar intrascendentes. Quizá demasiada pretención haya desfigurado la figura principal, el sueño, pues los sueños aun partiendo de la materia, de la facticidad, no son como estos pues su ser no puede ser catalogado por la racionalidad, y que me perdonen los psicoanalistas si algún ámbito escapa a su interpretación.
 
No es la mejor película de este impagable autor pero si resulta entretenida para ver en familia, con los niños y comprobar cómo el cine supone un cambio para el ser humano, un salto al vacío con pioneros de la altura de este mago (Méliès) y un poder extraordinario en los días de la información capitalizada de masas (esto en otro cine del que tambié ha particpado Scorsese). El cine, los sueños y la realidad forman una extraña urdimbre que nutre ampliamente a la sociedad desde las múltiples pantallas en que los conjuntos son visionados, interpretados. Arte, información y poder son construidos también desde los imaginarios que las pantallas proponen. Los sueños, los anhelos siempre tienen un pequeño rincón de expresión en la materia del cine, aquí anidan y se escenifican los modos de vida, pretéritos, presentes y utópicos, como los que siempre están por llegar, como los que no vemos y son silenciados, y los que en su momento no llegamos a comprender o ni siquiera conocimos.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

De ratones y hombres (Of mice and men). Gary Sinise. 1992.



La anterior crítica tenía una calificación muy buena, a esta le falta el primer calificativo, y la razón de mantener el segundo es gracias a la historia, por la novela de Steinbeck que logra con un relato sencillo retratar magistralmente una época y un contexto determinado (la recesión tras el 29 y la sociedad rural norteamericana). Por ello esta cinta se salva de un menor calificación a pesar de existir argumentos en favor de este pequeño menosprecio. También la salva el haberla visto doblada, pues la labor de Malkovich no creo que sea tan paupérrima como la caracterización lograda, el original seguro que gana, siempre lo hace a pesar de no poderlo nunca precisar esto del todo.
 
A mi parecer copía demasiado el estilo espacial de su antecesora, bien es verdad que la novela no es muy dada a delinear el espacio donde trancurre la acción, pero es que nada más empezar observas esto con meridian claridad, salvo unos planos más de persecución y el rojo del vestido, el resto es casi calcado. Y cuando pretende hacer gala de innovación el vocabulario no parece muy contextuado, hay expresiones que no pareciera que dijeran en la época de la representación (alubias con ketchup...). Y no sólo eso pues también procede a saltarse escenas que en la de Milestone eran cruciales para la caracterización de personajes y temas, con ello lo que se consigue es edulcorar las aflicciones de los personajes y detener la ensoñación característica de casi todos los personajes que aparecia en la vieja versión. Así, la mujer pasa de ser un entramado de conflictos internos por un extrañamiento cultural, a una inocente belleza con las contradicciones mínimas que impone el original. La belleza del trabajo en su representación, que alegría el trabajar en esos días maravillosos anaranjados en una naturaleza benigna y complaciente, modifica la laboriosidad y las penas que denotan en cierta medida la primera, pues tampoco es que se prodige demasiado dado el carácter dialogal de la obra, donde lo que interesa son las relaciones humanas, la conversación, esa que siempre le es negada a la protagonista, al bruto ignorante que no sabe callar y delata con su decir, su ser, su inocencia primordial que consiste en vivir anhelando, en vivir queriendo vivir, experimentar los sedimentos de cualquier cultura encauzados en su lenguaje particular y en sus formas de vida.
 
Recomiendo la obra de Milestone, porque parece que se acerca más al original, además te traslada un poco más a la época, a pesar de que hay una mejor ambientación en la de Sinise, pero el haberse rodado un año después y no obstante de su deficiente escenificación le dan un aire más original, creíble, donde podemos apreciar incluso al equipo de rodaje en la sombra del tren (por cierto, buena entrada a los títulos de crédito en el vagón, y buen corte de montaje al subir ellos). Y no hay que olvidar que en su momento fue nominada a Oscar como mejor película, año 39, año de Lo que le viento se llevó, La diligencia, Beau Geste o Ninotchka entre otras.

lunes, 3 de diciembre de 2012

La fuerza bruta. De ratones y hombres (Of mice and men). Lewis Milestone. 1939.



Gran trabajo el cosechado aquí por Milestone en esta adaptación de la novela de Steinbeck aparecida un sólo año antes. La novela, bastante corta, apenas tiene referencias espaciales y su estilo se basa más en el diálogo, en un decirse de los personajes tosco, duro, llano, que bien perfila las características de los personajes y la sociedad que contemplamos a través de su habla. Muchos temas y debates transcurren y son posibles en las pocas páginas del libro y en las imágenes del film. Una película que quiere ser mucho pero que pierde en las interpretaciones, en una puesta escénica demasiado teatralizada, sobre todo en las múltiples ensoñaciones de los difernetes personajes, que no transmiten la fuerza y realismo de otas novelas del autor como Las uvas de la ira y su puesta cinematográfica inolvidable.
 
Sin embargo, Milestone arma una gran película, con unos personajes más creibles que la más próxima adaptación a la que pronto dedicaremos unas palabras, logra convencer al espectador de la existencia de esa capa de realidad poco visible, de las aspiraciones creíbles de las personas que circunscriben esos ámbitos. Todos los personajes tienen bien delimitadas sus pasiones, sus dudas y realidades, los escenarios también juegan su papel pues no en vano la barraca, la casa, el campo la ciudad, aunque poco contrastados si juegan un papel primordial en la historia, y no son víctimas de una imagen colorificada víctima de una estética irreflexiva en sí misma como veremos con la película de Sinise.
 
Los temas que abarcan la narración son múltiples y tan antiguos como los problemas del ser humano mismos. La amistad, la vida y la muerte, la libertad, el sustento, el dinero, los anhelos, el amor, la mujer, el hombre mismos. Todos interrelacionados, pues no hay problema humano suelto, en fin, que no ande enredado con algún otro meollo antropológico. Así, la amistad y la muerte se conjugan con la vejez o el buen vivir, el amor y el dinero unidos a la mujer hacen de ésta esa desesperación que expresa la protagonista. El anhelo de libertad guía a todos, no en vano es uno de los últimos impulsos que a pesar de sus recientes proclamas ideológicas, muestra en su ser algo idiosincrásico de nuestra especie. De algún modo debe ser posible contrarestar la fuerza bruta de tal modo de ser y padecer.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Wall Street 2 (Wall Street 2: Money Never Sleeps). Oliver Stone. 2010.



Poco que ver y desgranar que no viesemos en la primera, quizás un poco más de hipocresía que incluso es indultada con uno de los peores finales que he visto. El final, mejor ni verlo, con eso podría decir todo.
 
Pero digamos algo más, ah! sí, el anterior protagonista vive como un rey gracias a las rentas, y del nuevo mejor ni hablamos, que historieta y tipo tan poco creibles.