Gran trabajo el cosechado aquí por Milestone en esta adaptación de la novela de Steinbeck aparecida un sólo año antes. La novela, bastante corta, apenas tiene referencias espaciales y su estilo se basa más en el diálogo, en un decirse de los personajes tosco, duro, llano, que bien perfila las características de los personajes y la sociedad que contemplamos a través de su habla. Muchos temas y debates transcurren y son posibles en las pocas páginas del libro y en las imágenes del film. Una película que quiere ser mucho pero que pierde en las interpretaciones, en una puesta escénica demasiado teatralizada, sobre todo en las múltiples ensoñaciones de los difernetes personajes, que no transmiten la fuerza y realismo de otas novelas del autor como Las uvas de la ira y su puesta cinematográfica inolvidable.
Sin embargo, Milestone arma una gran película, con unos personajes más creibles que la más próxima adaptación a la que pronto dedicaremos unas palabras, logra convencer al espectador de la existencia de esa capa de realidad poco visible, de las aspiraciones creíbles de las personas que circunscriben esos ámbitos. Todos los personajes tienen bien delimitadas sus pasiones, sus dudas y realidades, los escenarios también juegan su papel pues no en vano la barraca, la casa, el campo la ciudad, aunque poco contrastados si juegan un papel primordial en la historia, y no son víctimas de una imagen colorificada víctima de una estética irreflexiva en sí misma como veremos con la película de Sinise.
Los temas que abarcan la narración son múltiples y tan antiguos como los problemas del ser humano mismos. La amistad, la vida y la muerte, la libertad, el sustento, el dinero, los anhelos, el amor, la mujer, el hombre mismos. Todos interrelacionados, pues no hay problema humano suelto, en fin, que no ande enredado con algún otro meollo antropológico. Así, la amistad y la muerte se conjugan con la vejez o el buen vivir, el amor y el dinero unidos a la mujer hacen de ésta esa desesperación que expresa la protagonista. El anhelo de libertad guía a todos, no en vano es uno de los últimos impulsos que a pesar de sus recientes proclamas ideológicas, muestra en su ser algo idiosincrásico de nuestra especie. De algún modo debe ser posible contrarestar la fuerza bruta de tal modo de ser y padecer.
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