viernes, 14 de diciembre de 2012

La invención de Hugo (Hugo Cabret). Martin Scorsese. 2011.

 
 
De la incesante laboriosidad que trae la racionalidad, la armonía de lo preestablecido y de cualquier elemento alienante para la vida de los hombres y mujeres intenta alejarnos el mundo onírico, el ejercicio del ensueño que incorpora el cine en su trascendentalidad. Ese es el artificio que magnifica al cine y lo ennoblece hasta situarlo en los pies del arte. Al menos es lo que interpreta Scorsese del trabajo de Méliès, aquel revolucionario paternal de lo que puede transmitir el cine, nada menos que sueños, unas veces molinos de viento en forma de pesadillas y otras dulces, tan edulcorados como los de la película. Una cinta que si bien tiene un excelente trabajo técnico, aunque para mi gusto la atmósfera está un poco sobrecargada por ese ansia de fantasía, y logra emocionar de buen grado, tiene algunos elementos que no acaban de encajar del todo bien, sobre todo la historia del padre de Hugo, apenas aporta a pesar de tener un significado dramático profundo.
 
Que no todo encaje puede ser enmendado, subsanado, y esto lo hace la épica del discurso narrativo, aquí muestra el director su particular visión cinematográfica, un cine de altos vuelos, un montaje intrépido a ritmo de la sucesión dramática, que por muy convencional que sea llega a transmitir la emoción suficiente para que el arte haga presencia en el espectador. Así el film viaja rápido, intentando contar demasiado, mostrar afectos y sentimientos por demasiados lados, y los encajes pueden resultar intrascendentes. Quizá demasiada pretención haya desfigurado la figura principal, el sueño, pues los sueños aun partiendo de la materia, de la facticidad, no son como estos pues su ser no puede ser catalogado por la racionalidad, y que me perdonen los psicoanalistas si algún ámbito escapa a su interpretación.
 
No es la mejor película de este impagable autor pero si resulta entretenida para ver en familia, con los niños y comprobar cómo el cine supone un cambio para el ser humano, un salto al vacío con pioneros de la altura de este mago (Méliès) y un poder extraordinario en los días de la información capitalizada de masas (esto en otro cine del que tambié ha particpado Scorsese). El cine, los sueños y la realidad forman una extraña urdimbre que nutre ampliamente a la sociedad desde las múltiples pantallas en que los conjuntos son visionados, interpretados. Arte, información y poder son construidos también desde los imaginarios que las pantallas proponen. Los sueños, los anhelos siempre tienen un pequeño rincón de expresión en la materia del cine, aquí anidan y se escenifican los modos de vida, pretéritos, presentes y utópicos, como los que siempre están por llegar, como los que no vemos y son silenciados, y los que en su momento no llegamos a comprender o ni siquiera conocimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario