viernes, 13 de noviembre de 2009

Días salvajes. (A Fei jing juen. Days of being wild). Wong Kar-wai. 1990.


Hay veces que el orden de los factores altera el producto y con la desordenada visión de la trilogía que comienza aquí, para mi finaliza una historia más reciente, esas aventuras del protagonista a través del sinuoso camino del amor por cuyo final explicita una sugerente pregunta ¿a qué mujer habré amado más al final de mi vida? Cuya respuesta, claro está, se haya en el principio amargo de mi historia descolocada.
Nuevamente existen anticipaciones del formato que rige la obra, ese subjetivismo melancólico fusionado con el lúgubre y húmedo ambiente al que le llegan pinceladas sonoras amargas. En ella también encontramos los rastros psicológicos que aclaran cierto misterio del personaje, de su vida, de la sociedad en la que vive, aunque se hecha en falta, mal acostumbradamente, aquél aire fabulístico presente en las posteriores y que a mi gusto le dan más rango, la gente no necesita contar secretos, o si lo hacen prefieren hacerlo a cara descubierta, la juventud siempre altiva, por naturaleza.

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