Si para la homonima platónica era requisito conocer geometría en esta particular academia regentada por un profesor italiano conocer a Dante y ser fémina es el objeto de una investigación que nos lleva del documental a una (improvisada?) ficción para recorrer, en la teoría y en la práxis, el camino que establece la poesía con el deseo, la pasión y la muerte a través de las musas. Unas musas que apenas tienen que ver con aquellas que inspiraran a Parménides o las nueve clásicas, pues la ficción y la realidad hace tiempo que se rozan y, hoy ya, la cópula es indiferenciable al ámbito de cada cual, tornando academia y musa en el mismo espectro romántico del que en principio se quiere huir sin saber que no se quiere ese fin.
Si la primigenia función e idea de tal constructo metodológico, académico, era reconducir el ámbito estético para que confluyera con la propia vida, la estructura dialógica del curso y la relación profesor, alumno, marido, amante, van a llevar a Guerín, hábil constructor de miradas, hacia una historia de amor partiendo de la premisa de su inexistencia tal como sucede con el vocablo susodicho en esa lengua sarda. Y es que como recuerda el film, de la lengua no podemos escapar, como tampoco podemos escabullirnos de todo prejuicio ni de nuestro propio cuerpo, de las intenciones y deseos que reclama nuestro verbo, nuestra caricia, nuestro ahora y nuestro mañana, pues del pasado se dice demasiado y de lo no dicho nos puede aclarar mucho más, si sabemos mirarnos.
Que no existan musos debería de aclarar mucho más esa labor estética también vinculada a la madre de la vida, ocultando unas relaciones a las que podemos acceder en el film por mucho que intentemos escapar partiendo del clasicismo que institucionaliza todo el entramado arte, vida. La narración entre lo virtual y lo real puede otorgar una reflexión mayor si somos capaces de otorgar el sentido en las distintas opciones que dispone el formato, en los desvíos que surgen entre lo ficcional y lo que puede ser real, entre las distintas miradas que componen un retablo donde las musas, son lo de menos y lo de más.