martes, 25 de julio de 2017

La academia de las musas. José Luis Guerín. 2015.



Si para la homonima platónica era requisito conocer geometría en esta particular academia regentada por un profesor italiano conocer a Dante y ser fémina es el objeto de una investigación que nos lleva del documental a una (improvisada?) ficción para recorrer, en la teoría y en la práxis, el camino que establece la poesía con el deseo, la pasión y la muerte a través de las musas. Unas musas que apenas tienen que ver con aquellas que inspiraran a Parménides o las nueve clásicas, pues la ficción y la realidad hace tiempo que se rozan y, hoy ya, la cópula es indiferenciable al ámbito de cada cual, tornando academia y musa en el mismo espectro romántico del que en principio se quiere huir sin saber que no se quiere ese fin.

Si la primigenia función e idea de tal constructo metodológico, académico, era reconducir el ámbito estético para que confluyera con la propia vida, la estructura dialógica del curso y la relación profesor, alumno, marido, amante, van a llevar a Guerín, hábil constructor de miradas, hacia una historia de amor partiendo de la premisa de su inexistencia tal como sucede con el vocablo susodicho en esa lengua sarda. Y es que como recuerda el film, de la lengua no podemos escapar, como tampoco podemos escabullirnos de todo prejuicio ni de nuestro propio cuerpo, de las intenciones y deseos que reclama nuestro verbo, nuestra caricia, nuestro ahora y nuestro mañana, pues del pasado se dice demasiado y de lo no dicho nos puede aclarar mucho más, si sabemos mirarnos.

Que no existan musos debería de aclarar mucho más esa labor estética también vinculada a la madre de la vida, ocultando unas relaciones a las que podemos acceder en el film por mucho que intentemos escapar partiendo del clasicismo que institucionaliza todo el entramado arte, vida. La narración entre lo virtual y lo real puede otorgar una reflexión mayor si somos capaces de otorgar el sentido en las distintas opciones que dispone el formato, en los desvíos que surgen entre lo ficcional y lo que puede ser real, entre las distintas miradas que componen un retablo donde las musas, son lo de menos y lo de más.