Marion Cotillard, Marion Cotillard, no me salen ni las palabras para describir la interpretación de esta extraordinaria actriz (protagonista también de mi último post). Normal que la dieran el Oscar pues se merienda de un dulce bocado la representación de la vida de otra impresionante mujer, Édith Piaf, ese pequeño gorrión, que tras lo visto en el film no sé como no hicieron una película antes.
La película en si, como la mayoría de biopics se sirve de un relato montado en paraelo, donde vemos retratos del pasado remoto alternados con otros más recientes, bien seleccionados la mayoría de las veces pues nos dan a entender el carácter único de esta cantante, que no se arrepiente de nada como menta su último gran éxito Non, je ne regrette rien. Igualmente destacable es la fotografía, de un oscuro muy acorde a la necesidad y personalidad de la cantante, cuyo amanecer es el anochecer.
Pero lo mejor sin duda, reitero, es la portentosa actuación de la actriz gala, un prodigio en todas sus manifestaciones, en plasmar ese caos que resulta de la atronadora vida de la cantante francesa por excelencia, cuya vida bien merecía ser plasmada en este arte llamado cine, el cual, ella misma acarició.
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