Un documental sobre la guerrilla antifranquista, sobre esas personas que tras el último parte de guerra no admiten la derrota y luchan por ideas y esperanzas tan vagas como necesarias. Personas que por distintos motivos subieron a los montes de toda nuestra geografía para organizarse y vivir una experiencia antifascista en medio de la gran contienda mundial, y esperando ser testigos de la caída del último bastión fascista que le iba a quedar al mundo.
El desarrollo del documental se basa en las narraciones en primera persona de sus protagonistas, sus vivencias y recuerdos de un movimiento acallado por la historia y que revivido en sus palabras y emociones delatan el origen ideal de la lucha contra el estado que representaba Franco. Huidos, apresados o asesinados intelectuales y militares, el pueblo quedó a los designios de la represión, de la tiranía a la que estos militantes de la libertad van a ofrecer una última resistencia, de más de dos décadas en algún caso, con la que asegurarse la propia dicha, precaria pero libre, con la que afrontar la vida. Sufrirán después represión, exilio, toda la amargura que el bando perdedor y único legítimo va a acaparar. Pero en ellos, a pesar de la mala transición que se llevó en nuestro país, como acertadas versiones retrospectivas analizan hoy, se observa ese ansia de buen vivir que les llevó a la continuación de la lucha armada en los montes, a seguir usando la violencia como método de lucha contra el fascismo. En sus vidas hay espacio para el perdón, pero no para el olvido, porque su historia bien merece la pena ser contada.
Y Javier Corcuera lo cuenta con simpleza, y esta categoría no tiene por que ser vista con signo negativo ya que narra sin llevarnos al dramatismo que puedes conseguir con personas con esas vivencias. Puede que quizá el montaje en algunos momentos sí dote a la narración cierto dramatismo, ya sea con el cambio de valor de plano en un personaje o con el uso de fotos tan esencial al documental, pero en general se deja narrar a la imagen, a la naturalidad de la vida, del quehacer cotidiano invadido ahora por la activación de recuerdos lejanos, de heridas profundas no siempre bien sanadas. Y ahí no mete el dedo en la llaga la imagen, no hace falta mucho más que escuchar, y es que hay películas donde la imagen casi sobra, y la imagen por la imagen...
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