Intentar comprender el drama que para muchas personas ocurrió tras la muerte del genio de Apple a través de la escueta biografía pública y unas cuantas entrevistas es un ejercicio difícil de realizar y mucho más cuando no llegas a entender el principal meollo de la cuestión. Como si el relato biográfico reseñara en sí el sentir de cada persona individual, fascinada con un personaje y una marca que pueden haber cambiado muchos rumbos en los senderos humanos, pero cuyas direcciones están aún por ver si son tan eficaces.
Al menos no estamos ante el típico documento glorificador, ante el retrato abanderado de una especie de mesías que tanto abunda sobre el personaje en cuestión. Pero las dudas que brotan en el relato están tan a la orden del día que es difícil pensar de alguna compañía o personaje que no realice alguna práctica tan ilegítima como legal.
Mi pregunta es, si quieres comprender a la gente, su drama ante tal desaparición, por qué no ir directamente a ellas, a su mundo, al mecanismo que organiza los tótems del nuevo siglo.
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