sábado, 8 de septiembre de 2012

La vida en rosa (La môme). Olivier Dahan. 2007.

 
 
Marion Cotillard, Marion Cotillard, no me salen ni las palabras para describir la interpretación de esta extraordinaria actriz (protagonista también de mi último post). Normal que la dieran el Oscar pues se merienda de un dulce bocado la representación de la vida de otra impresionante mujer, Édith Piaf, ese pequeño gorrión, que tras lo visto en el film no sé como no hicieron una película antes.
La película en si, como la mayoría de biopics se sirve de un relato montado en paraelo, donde vemos retratos del pasado remoto alternados con otros más recientes, bien seleccionados la mayoría de las veces pues nos dan a entender el carácter único de esta cantante, que no se arrepiente de nada como menta su último gran éxito Non, je ne regrette rien. Igualmente destacable es la fotografía, de un oscuro muy acorde a la necesidad y personalidad de la cantante, cuyo amanecer es el anochecer.
Pero lo mejor sin duda, reitero, es la portentosa actuación de la actriz gala, un prodigio en todas sus manifestaciones, en plasmar ese caos que resulta de la atronadora vida de la cantante francesa por excelencia, cuya vida bien merecía ser plasmada en este arte llamado cine, el cual, ella misma acarició.

viernes, 7 de septiembre de 2012

El último vuelo (La dernier vol). Karim Dridi. 2009.



En la vida no siempre se gana, y en el cine tampoco. Desde esta premisa se puede entender la débil película de Dridi, así como la pequeña historia que pretende narrar sin dañar la imagen de ambas. La debilidad del film, a mi parecer, se sitúa en las esperanzas proyectadas en la primera parte del metraje, con unos personajes y una historia prometedora que, sin embargo, van debilitándose a medida que avanza la pesadez del desierto y la falta de frescura, pues una vez que parece que la emoción y la historia van a arrancar, las dunas relegan cualquier emotividad a un paso del tiempo lento, que como en un reloj de arena los granos van cayendo sin percibir apenas cambios en la configuración dramática ni en la técnica. El film se queda en una muy buena fotografía y la historia en un deseo de agradar tan parecido al que siente la protagonista por amar, por ser amada con la misma fuerza y pasión que siente ella.

lunes, 20 de agosto de 2012

Amor a quemarropa. (True romance). Tony Scott. 1993.




Hoy nos dejó el director de esta maravillosa película, para mi la mejor de su filmografía, por mucho Top Gun que firmara. Y que mejor homenaje que volver a revisarla y percibir que no ha perdido nada de su brío, de la fuerza dramática y visual que descarga una historia de amor loca, al más puro estilo Bonnie and Clyde con la firma de guión de Tarantino.
Tenía en mi mente el vago recuerdo de ese final plumífero así como esa estupenda conversación entre el padre del protagonista (Hopkins) y el representante del mafioso (Walken), y valga dios que los sigo amando y teniendo entre mis momentos cinéfilos por excelencia, pero lo grato es que había partes que había olvidado por completo y hoy vuelven a resurgir en todo su esplendor. Por ello ahora debo añadir otros grandes momentos al repertorio como son la paliza que recibe Alabama en el motel por un jovencísimo Gandolfini, o el modo tonto y repetido en que es arrestado el imbécil de turno con la cara empastada en cocaína.
Por películas como esta comencé a enamorarme seriamente del cine, por el ansia de amor e inocencia que describen sus personajes al principio del film, por la fuerza visual de muchas de sus imágenes, por los diálogos tan delirantes y sinceros que brotan de esos personajes tan bien cuidados y escenificaodos, por la acción y movivmiento en cada encuadre, en fin por el conjunto que firmó este hombre que drásticamente hoy nos deja.
Gracias Tony, si puedo llamarte así, por brindarnos esta gran película. Desde hoy prometo practicar el rito de tu protagonista y acercarme al cine por mi cumpleaños, quizá encuentre aventuras así...