miércoles, 30 de marzo de 2011

La condición humana. No hay amor más grande 1959. Camino a la eternidad 1959. La plegaria del soldado. 1961. Masaki Kobayashi.

Llevaba dos años esperando tener un día para ver estas películas juntas, días se tienen pero ganas de ver cine japones en VOS con metrajes que pasan las tres horas y con una temática trágica necesitan de días especiales. Al fin lo conseguí y el resultado ha sido espléndido pues acabo de visionar una de las mejores odas antibelicistas de todos los tiempos en las carnes de ese personaje, Kaji, en cuyas visicictudes pueden verse reflejados todos aquellos injuriados por el mal llamado arte de la guerra.
En la primera nuestro personaje para librarse del servicio militar y la guerra es enviado por su compañía a las minas de Manchuria donde acaba por ver el odio en todas sus manifestaciones, contra los chinos, contra los prisioneros de guerra y contra el mismo por la razón de tener ideas diferentes. El dogmatismo imperial lleva a una sinrazón de la que no podrá escapar y que dota a su vida de una estrechez que no quiere compartir con su joven esposa, lo cual tensa las relaciones entre ambos, aunque el amor le hace salvar la dignidad que le queda y poder llevar con la entereza decisiva su viaje a la segunda etapa, pues a pesar de su gran labor en la producción y en las condiciones laborales es premiado por su empresa.


En la segunda película, Kaji es enviado a las tropas imperiales como recluta para su pronta incorporación a la guerra. Allí sus ideas de corte comunista le volverán a jugar malas pasadas con el castricismo militar y la serie de avatares que le suceden ejemplifican nuevamente el dogmatismo y la sinrazón de no saber más que obedecer sin ningún tipo de reflexión. Por cierto viendo esta parte descubrí en que se había fijado Kubrick para La chaqueta metálica, clavada una escena. Allí, en el cuartel, nuevamente le lleva a sobrevivir el amor de su mujer, única que se atreve a visitarlo dándole el aliento necesario para sobrevivir a su tormento psicológico. Sin embargo es enviado a la guerra, pues a pesar de ser un perfecto pacifista es hábil en los comportamientos de un soldado y los rusos están a punto de entrar en Manchuria.

En la tercera entrega, la guerra ha sido un fracaso total y los rusos han entrado triunfales aplastando al ejército nipón. Kaji y algunos supervivientes emprenden un largo camino para evitar a todos los enemigos incluidos sus compatriotas para los que no morir en el acto de defensa constituye una injuria y una ofensa. Nuestro trastornado personaje aquí aparece totalmente cambiado, deformado por las distintas e impactantes vivencias ya no es ese buscador imparcial de verdad, objetividad y justicia, ahora se caracteriza por cierto pragmatismo que le lleva a desdeñar ciertas decisiones si realmente quier sobrevivir. Una peregrinación que le llevará uno de los finales más bellos que he visto, para no perderse.


Si dispones de tres noches con ánimo para ver cómo la humanidad refleja que tiene poco de eso mismo, al mismo tiempo que ves una auténtica obra de arte, no lo dudes...

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