miércoles, 22 de septiembre de 2010

It's all about love. Thomas Vinterberg. 2003.


Que pena que esta apocalíptica película se quede en unas buenas intenciones cinematográficas pues posee momentos de altura pero el guión carece de la fuerza que muestra inicialmente y va decayendo paulatinamente mostrando explícitamente modos que deberían haber sido sugeridos, insinuados, e inversamente deja en la más complñeta oscuridad la conexión del amor con aquella epidemia que enfría al mundo y hace volar a los ugandeses (el plano final es genial). A destacar una buena fotografía y un buen par de actores (Joaquin Phoenix y Claire Danes).

Cara de ángel (Angel face). Otto Preminger. 1952.


De una cara de ángel casi nunca te deberías fiar, pero hay que estar muy espabilado para no caer en las redes emocionales que desprenden estos rostros puros. Eso lo conocía perfectamente el personaje pero su destino estaba irremediablemente ligado a un pequeño desliz, a esa ínfima oportunidad que brinda la verdad, esa verdad que será únicamente lo que decida el jurado. Cine negro cargado de pasión y emoción, gratamente enlazado con una gran pieza judicial dotan a la cinta de una gran ejemplaridad casi a la altura de la gran Laura del propio director. Imprenscindible.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Bajo escucha (The Wire). 5 temporadas. 2002-2007. David Simon. HBO.


Bajo una escucha y mirando microscópicamente la diversidad de actividades del ser humano en las actuales ciudades observamos una realidad totalmente desfigurada por la hipócrita razón que asola y desvitúa nuestro modo de vida. Aquí cabe de todo, no sólo policias, gángsteres, prostitutas y políticos, robos, amenazas o chantaje, ni dinero y hambre, odio o amor, sexo y esquinas, niños y ancianos, chóferes y tenientes, ni tampoco alcohol o heroina, informes u horas extra, pensiones y hacienda, despachos, leyes o profesores, ni maricas u hombres, proxenetas y camellos, chatarreros o asesinos, pruebas, campañas, llanto, personas y niños, ni dosis, pistolas, sindicatos, gobernadores, taxis y mendigos, ni padres, boxeadores, moda o hip-hop, rock, centros comerciales y cerveza con blues, amargura y ascenso, religión o tráfico...
Como en la última mirada de McNulty sobre Baltimore sólo podemos abarcar la totalidad mirando en profundidad, metiéndonos en el interior callejeando cada rincón con la mirada atenta del que quiere aprender, para así poder entender como somos presos de nuestra propia cultura, pertrechándose de generación en generación. Y aunque el final no sea muy esperanzador, la promesa reside en la existencia de seres que renuncian a este vertiginoso remolino que proviene de la transferencia cultural, que asumen y encienden la voluntad de cambiar los modos instaurados, aunque no hasta sus últimas consecuencias.