Entrar a la cárcel sin saber hacer la "o" con un canuto y salir no sólo indemne, sino triunfal, es la narración clásica ideal del género, sin fatales finales que rediman a los protagonistas por las culpas que ocasiona su forma de vida. Audiard pone su objetivo en la violencia, en un remolino de venganza, odio y fanatismo del que es imposible escapar, una circular tan viciosa como fatal. Aquí no hay buenos ni malos, todos son malos, no hay protagonista que no esté fuera de la ley, transgrediendo cualquier ámbito, pero la cámara no juzga, retrata la desmedida lucha por vivir en un ambiente carcelario europeo nada envidiable en cuanto a violencia y corrupción de los homónimos hispanos u orientales tratados en el cine normalmente.
¿Hay siempre opciones, o el simple "si no lo matas tú a él, yo te mato a tí" es suficiente para acorralar y desactivar cualquier autonomía en el ser humano. Nuestro árabe, corso, sirviente, huérfano, analfabeto, etc. tiene su solución, vivir a toda costa, sobrevivir a un precio muy alto, al precio de la degradación del ser humano, de un ser humano ambivalente, capaz de lo mejor y lo peor, capaz de ilusionarse con un paisaje o sostener el llanto de un niño a sus brazos. Darwin siempre mal entendido, como si la selección natural fuese esa lucha, ese triunfo del más fuerte, hábil y mejor preparado. Aquí no se gana, si algo dicen las películas de gángsters es el triunfo efímero y la muerte violenta que siempre conforman ese tipo de vida asocial. El director no toma parte, el espectador si debiera, el antihéroe gana, la espera para una nueva oleada de sangre acaba de reanudarse, el juego sigue en marcha.
Me gusta la propuesta, cine da mafia, de cárceles, de corrupción y violencia desde una mirada distante, con una poética bien definida, planos impactantes de un maquillaje estupendo, música e imagen con tono videoclip en escenas de calma contextual, grandes interpretaciones (Tahar Rahim lo borda, desde su inicial miedo a su cinismo final), una buena trama con un buen número de personajes bien construida y cerrada, que más se puede pedir...
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