Espacio y tiempo bien pudiese ser el título de esta obra que descubre a un ser humano descolocado ante la imprevisibilidad de lo anormal, de lo diferente ante una mirada que busca el orden lógico que no sigue a la naturaleza de las cosas. Tiempo y espacio que recorren los diferentes tipos en una normalidad que se deshace en el instante donde el orden presupone, unos personajes que dentro de lo normal son escuchados a media en un asiento de autobús, en la espera de la clínica dental o en las tramas de libros realistas. La gente en sitios trastoca toda naturalidad desde ella misma pues no hay nada más natural que el caos que intentamos manejar.
Cavestany se sirve de una gran elenco de actores y una poca dosis de un buen realizar para presentarnos este caótico mundo natural donde convivimos los seres humanos, donde nos transformamos en gente, en personas predictibles dotados del desorden que imponen nuestras inconmensurables ideas. No hay mucho que resaltar en una estética que ahonda en la propia naturalidad que pretende enganchar para normalizar el aparente mundo irracional que subyace a muchas de las acciones que se nos presentan.
Reaprender a andar, beber, dormir o respirar requieren de una dosis de voluntad para poder olvidar, encontrar el hilo de la madeja de un film como el presente quizá requiera de esa misma pasíon por aceptar.
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