Creía o quería encontrar algo más en este concierto inolvidable por lo simbólico y sólo encontré lo que puede deparar un sarao de estos tipos que podrían ser mis abuelos. Música en directo con un público entregado a las sonrisas de un Keith Richards tan acostumbrado a su espectáculo como vibrante y recién sacado del garito más cutre se mueve Jagger. Y gran música y nunca despreciable directo de un grupo que atraviesa diferentes generaciones a través de una cultura y una estética apropiada por el enemigo de la idea originaria cubana. De ahí los calificativos para un concierto bastante bueno si nos atenemos a las circunstancias físicas, un concierto que generó más expectación y debate del que merece un espectáculo con los intereses que mueve.
Sobre la realización resaltar ciertos planos acústicos al nivel de la sonoridad, elaborados y preparados pero con gran resultado estético. Planos de un montón de cámaras para frenar en algún momento puntual una escena de alta intensidad. Me hubiese gustado mucho más ver disfrutar al otro gran protagonista del encuentro, el pueblo cubano, su gente bailando y disfrutando de algo negado siempre desde un afuera. Observar el ritmo y el entusiasmo de toda una revolución en uno de sus momentos álgidos pues sin fiesta no hay cambio posible. Detenerme en los ojos de quien observa toda una vida en una canción, en un movimiento infernal de un cantante que expresa con la misma intensidad el "Satisfacion" como el "You can`t always get what you want", la contradicción y el agradecimiento, la vida y la historia...
Bailé sobre el sillón junto a una Cuba que empieza a bailar otro son, o quizá sea el mismo en distinto tempo... el propio tiempo y acciones dictarán.
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