lunes, 5 de octubre de 2009

2046. Wong Kar-wai, 2004


El lugar al que se dirigen los que pierden la memoria puede resultar fantástico o desolador, siempre dependerá de lo que hubiera albergado el aparato mnemotécnico y el personaje de tan singular proyección vital parece haber actuado conforme al enriquecimiento de tal caudal sensorial impregnado en el cerebro, ¿o es acaso en el corazón dónde se archivan los sentimientos amorosos?
Yo como siempre me traslado en un tiempo diferente y como en otras grandes trilogías (Yôji Yamada, K. Kieslowski) comienzo por el final, pero igualmente espero no quedar defraudado, sino todo lo contrario como me demuestra mi experiencia y mi intuición.
La película es un crisol de géneros, una amalgama de estilos y un concierto de variadas melodías de auténtica emoción. La decadencia mueve artísticamente cada encuadre pero una edición socorrida por la aliteración de un gran guión nos traslada a un universo tan ficticio y real como en el que actualmente nos encontramos sumergidos.
El amor y el desamor encuentran en este film una buena expresión, ¿por qué no vienes conmigo?

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