jueves, 10 de diciembre de 2009

Samsara. Pan Nalin. 2001.


La tradición oriental de las reencarnaciones da título a este bello film donde se expone de manera magistral la contraposición de la vida mundana y la vida monacal así como muchas otras reflexiones y manifestaciones budistas.
Habían transcurrido dos horas y pico desde el comienzo y la película, a pesar de no aburrir con sus silencios y de no impactar por la previsión de algunos giros de guión, no marcaba claramente su impronta, su desenlace, y entonces aparece nuevamente Pema, la protagonista, como ya hiciera para despertar el instinto sexual del monje, para ahora reflexionar sobre Yasodhara y su ingrata labor en la iluminación del Buda (tema en el que me encantaría profundizar), sólo ese momento bien merece la película, ella rodea al monje mientras le expone una realidad sobre el sufrimiento y los diversos caminos del nirvana y él sólo alcanza a llorar, para encontrar en su tortuoso viaje de vuelta ciertas respuestas, una gota no se seca si es arrojada al mar.

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