martes, 25 de octubre de 2016

Room (La habitación). Lenny Abrahamson. 2015.



La metáfora más adecuada para intentar comprender el universo que nos ofrece esta habitación bien podría ser la caverna platónica donde el conocimiento es asido en una escala, o bien podría ser la docta ignorancia del cusano donde la escala parte de uno mismo y el humanismo y su individualismo empiezan a volar. Pero quizá no haga falta ponerse filosófico para hablar de un film que atisba en sus diferenciadas partes todo un universo por descubrir, o redescubrir porque las lecciones que todo producto cultural ofrece bien pueden ser tamizadas por las diferentes formas de acrecentar las estancias que verdaderamente amplían nuestro mundo, nuestra estrecha comprensión del propio dormitorio.

La primera de la cinta nos ofrece un relato donde ya observamos la fuerza de una madre y la fuerza de un niño, el amor y el conocimiento comienzan a darse la mano para sobrellevar una situación que va a ir acrecentándose hasta el culmen del reencuentro. Una primera parte in crescendo para situarnos ante la realidad, la del film y la que representa, una realidad que desborda a cada personaje a su manera pero que enseña la verdadera y real plasticidad de un ser humano que no puede dejar de ser un niño, de temer y amar, de asombrarse y decepcionarse.

Y aquí, en la realidad, es donde se juega el papel del film, de la vida, donde las ideologías apuntan a una materia para darle la forma que se quiere. la que moldean moldeando, las que escalan en diferentes medidas para otorgar el don de la razón, instrumento deificado para amplificar habitaciones en las que convivir, pues no hay conocimiento sin pares. Por ello las enseñanzas y deseos son enfrentados de una parte a otra convirtiendo el mundo en lo que siempre puede ser y en lo que es, en el constructo que hace cada cual de su propio habitar, en el deseo y esperanza que podemos conjugar.

Hablábamos de conocimiento y de humanismo al principio del post en un film donde se resquebraja toda dignidad humana, donde los protagonistas se ven en situaciones donde esa dignidad se vuelve completamente ilusoria, pero para acabar con otro humanista como Pico "No te he hecho ni celeste, ni terrestre, ni mortal, ni inmortal, a fin de que tú mismo, libremente, a la manera de un buen pintor o un hábil escultor, remates tu propia forma" La libertad necesita tanto del conocimiento como de la igualdad, y eso no siempre es fácil de darse.

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