Interesante propuesta la de sonsacar algo de luz a través del engaño, de la mentira, de la deshonestidad que encierra parte del alma humana y que como vemos a través de la mirada de Dan Ariely puede ser interpretada para comprender ciertas acciones humanas. La mirada del catedrático va a estar en consonancia al campo de actuación conductual que abandera y por ello la verdad sobre la mentira estará algo parcializada, como puede observar alguien con otros enfoques al respecto, sin embargo esa mirada complaciente ante un hecho humano tan determinante puede ayudar a complementar el enfoque holístico que toda realidad necesita para ser asida en la incompletud que sujeto y objeto conformamos.
La mentira forma parte de nuestra vida diaria, de la de todos como comprobamos con el llamado factor de falseo, por ejemplo respecto a la velocidad que admitimos conduciendo. Pero como demuestra el personaje de Tim Danaggy la deshonestidad es predispuesta desde altas instituciones y un árbitro garante de la objetividad en un juego es cooptado por su propia profesión y sus pasiones para desvirtuar su profesión. Y entre estas pasiones el dinero es una por las que más engañamos , pero también nos autoengañamos. La aceptación social del fraude, del engaño hace que la trampa sea aún mayor al no percibir el daño que puede venir asociado. Pero del falseo se nutre una gran importante de nuestro ego como demuestran las páginas de citas que explotan la fantasía, en principio engañosa, utópica pero que puede hacerse realidad.
Esa fantasia es la misma que sirve a los niños en su aprendizaje, la misma con la que la naturaleza nos ha ocultado sus desvelos para que con nuestra imaginación obtengamos algo más allá que el sentido común que nos engaña tanto como para condenar científicos o esclavizar personas. Con los propios niños utilizamos esas mentiras piadosas que pueden servir de ayuda en un momento dado para alguna persona, y no por ello podemos generalizar el uso ni detectar cuando es la mejor circunstancia para su empleo pues la mentira sucede de diferente forma en los distintos individuos. Un detector de mentiras sólo detecta la incomodidad, y hay gente que vive cómoda dentro de su mentira, de sus actos deshonestos, y como recuerda el documental el fin no justifica los medios por lo que torcer la verdad tiene sus consecuencias. De ahí que las creencia optimistas que proyectamos sobre nosotros mismos puedan tener ciertos costes si se sujetan sobre todo en la mentira y en la deshonestidad, pero como todos sabemos esto no es un ley fija y el propio autoengaño también posee beneficios en una época donde al ego se le solicita vivir en su soledad.