Intentar vivir en la época comunista polaca no se diferencia mucho al intentar filmar ya que todo regimen totalitario dispone de ciertas dificultades en su compromiso con su especie de capitalismo de estado, y escapar de ellas en cualquier ámbito te hace ser diferente aún persiguiendo las mismas cosas. El escapismo del personaje de este pequeño film del polaco Skolimowski aventura el propio exilio al que será forzado el propio director ante unas circunstancias de las que no vamos a hablar por aquí. Filmar puede ser una acción identitaria, revolucionaria, contestataria o lo que uno pueda conseguir de un público consagrado a lo establecido.
Vivir el capitalismo de forma diferente es un oximoron, esa especie de locura que recae ante una ictiología o cualquier ciencia o tratado que pretenda ordenar el caos que ordena la moneda. Creer que todo orden pude ordenarnos y clasificarnos como si de peces se tratase hace que concibamos nuestro mundo dentro de la normalidad que aparentemente creamos. Salir de estas creencias cuando la imposibilidad política lo prescribe hace que nos preguntemos aún más los por qué de un ser perdido en las posibilidades lógicas que nuestras sociedades nos prestan.
Perderse puede hacer que te encuentres.
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