lunes, 9 de enero de 2017

Las letras. Pablo Chavarría Gutiérrrez. 2015.



La palabra es el último reducto del ser humano, esa instancia para comprendernos y darnos un sentido, o eso tendemos a creer dotando a la razón y al juicio de la soberanía y del poder de decisión sobre nosotros. Por ello, la misma historia que aconteció al profesor no puede ser relata cerca del mismo uso que le llevó a la similar prisión de la que el realizador quiere escapar narrando una historia que tiene algo de luz cuando las letras son las que iluminan lo imaginado.

Puede resultar paradójico un resultado tan ambivalente donde la imagen no puede revelar más allá de las propias palabras que determinan el ordenamiento del caos policromático de la sensibilidad, sin embargo siempre se puede esclarecer algo de la indeterminación sensible que captan nuestros ojos pegados a la piel sabia que todo buen conocer recoge. Porque la piel como síntoma del sentir es capaz de aprender y aprehender de cualquier figuración por muy abstracta o realista que ésta pudiese parecer. El acontecer del presente y del pasado, de la realidad y la ficción intentan ser superados en una historia con distinto fin al propio desarrollo clásico, con distinto fin al que sufrió un protagonista disuelto en un pueblo y una razón que se escurren dentro de la propia historia real, en el interior de una ficción sin ella misma.

Fácil de ver puede ser un calificativo escaso, crítico o peyorativo dependiendo de la cualidad de esa facilidad donde entran otros factores como una comprensión que en este caso necesita de ir un poco más allá, de una labor que búsqueda del acontecimiento, del hecho sugerido con unas imágenes que no son nada fáciles de comprender hasta que uno recibe el alumbramiento de aquel acontecer en el que las letras no pudieron reflejar la verdad que sí aconteció.

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