Todas las buenas películas se parecen, pero las que son desgraciadas lo son cada una a su manera. Así semiparafraseando la novela de Tolstoi de gran importancia en la narración afirmamos el buen hacer de este pequeño alegato de la vida y del amor. Nuestra pequeña protagonista, Paloma, muchachita precoz y sumamente inteligente al estilo de la Berenice de Ducharme que tanto leía Leolo, se dispone a grabar un documento sobre los últimos días de su vida antes de su planeado suicidio para demostrar lo absurdo de la vida humana en la pecera a la que se someten las personas. La niña rica vive en un gran edificio parisino, donde llega un nuevo vecino de origen japonés que le descubrirá una nueva mirada hacia la portera, ese arquetipo de mujer gruñona, vieja y fea que, sin embargo, oculta otra realidad más allá de su desdichada apariencia. Morir no importa, lo que es importante es lo que estás haciendo a la hora de la muerte y hacia ese momento te lleva la película con una gran dosis imaginativa mezclando discursos y formatos, con grandes diálogos, escenas mudas, una buena y armónica banda sonora y un gran guión (aunque no llego a ver lo del pez del todo a primera vista). Me encantó el tratamiento dramático que se le da al calendario que dibuja esa irreverente niña, así como su imaginativa visual ante la cámara con el vaso, el agua y su madre y hermana.
Morir es un acto trivial, lo difícil es vivir bien para cuando llegue ese momento.
Acabo de ver la película y coincido totalmente. ¿Has leído el libro?
ResponderEliminarUn saludo.
Vi la pelicula no hace mucho y ahora estoy buscando reseñas para un trabajo, y la verdad, me encanta como has descrito la pelicula.
ResponderEliminarUn saludo.
Excelente.
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