La subjetividad, mis recuerdos al ver por primera vez esta cinta, mi apasionado amor por el fútbol y un gusto infantil por el cine bélico hacen que estime en demasía esta cinta, ya que se trata de una de las menores del gran Huston, pero mi ilusión y recuerdos aún la hacen revivir como aquel día en el cine junto a mi padre. Ese gol de Pelé, ese sombrero de espuela de Artiles, ese estadio rugiendo y cantando el desafío ante la barbarie. La película es muy convencional, demasiado predecible y cargada de los tópicos del cine de cárceles y prisioneros, las secuencias de fútbol no están mal rodadas del todo, vaya entradas y hoy se quejan. Con ligeros toques de humor y dotando de elegancia inglesa incluso al bárbaro (encantador Max Von Sydow al contemplar ese remate acrobático que otorga el empate final) la historía nos transmite la vieja creencia del si quieres puedes, ese reflejo de Pigmalion tan en desuso en estos tiempos y que sin embargo en esta ficción da resultado, y es que a veces el orgullo y la afirmación de uno mismo puede ser beneficioso.
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