Nunca me gustaron mucho las adaptaciones pues creo que cada obra tiene su valor y cada artista su medida y aquí Huillet y Straub desean trasladar los versos de Hölderlin a la gran pantalla de modo bastante literal, y si encima veo el film en versión original sin tener ni idea de esa lengua tan ducha para el concepto pero tan dura con la consonancia, el resultado es el tedio y el asombro ante tan desafortunado experimento para mis sentidos. La propia educación estética no me llega para calificar sorprendentemente bien el film visto.
La lógica romántica que sigue a la naturaleza en comunión con el hombre es lo destacado del film y sin embargo no puedo ver más allá de la rudeza de una lengua hablada con unos actores que parecieran leyendo los fragmentos de un viejo poema sin más expresión que la que otorga los planos fijos, largos y la escasez de interpretación. De ahí las medidas propuestas al principio de la perorata aún comprendiendo el riesgo de la disolución que propugna lo contrario y que también obedece al alto rasgo estético que queramos otorgar a una obra. Quizá esperaba ver otra cosa.
Si el presocrático hubiese saltado al Etna seguramente lo hubiese hecho con más alegría, con el mismo entusiasmo con el que discute su hecho, su razón, su idea, sin ese verbo expuesto ante oídos inhábiles y mentes en disposición para la dispersión que la propia lógica romántica inaugura con sus onirias.
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