Un argumento esencialista sirve para mucho si lo que pretendes es universalizar tu discurso, tu conducta, tu cultura. Pero las esencias en el mundo humano no parecen tener cabida tras los asaltos al orden que el pensamiento ha ido colocando en su historia de rebelión incluso contra sí mismo. Garantizar la ontología de nuestro ser siempre ha sido el problema filosófico de mayor envergadura y sin embargo el más fácil de refutar desde el propio particularismo que abre la modernidad y sus asaltos, sospechas. La subjetividad es lo que es, un molde y una ficción capaz de verificar y negar al mismo tiempo, capaz de sentir las emociones en todas sus contradicciones, empatizar y odiar por las mismas o diferentes razones. Ser lo que uno es puede ser una trampa de la que ciertos discursos no te van a sacar una vez enrolado en sus filas.
No he visto "Somos lo que hay" del que sale este remake que rescatando toda la poética del misterio y la intriga nos cuenta una historia de fanatismo para no olvidar que las culturas y las tradiciones religiosas más arcaizantes y amenazantes no son propias de los otros, que existen fantasmas de índole sagrada en el interior de nuestras sociedades, o incluso no tan dentro.
El film seduce suficientemente al ir contando con la debida paciencia lo que se intuye prontamente para mostrar el horror del interior, esas tinieblas de lo desconocido e inimaginable que no son paradigma de otro continente, de otro ser. Con esa tormenta que desencadena la posibilidad del hallazgo vamos a navegar por unos hechos muy naturales hasta un final que a mi gusto le parece excesivamente duro. Pero ser quien eres y defenderlo hasta el fin cuando te conviertes en tí mismo quizá sea la verdadera esencia del ser... si logramos entender ese mismo, que es otra historia.
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