Toda mi generación tiene clavado el "abogado" proferido por el doble del gran Robert en el remake de Scorserse, sin embargo ver al arrebatador Mitchum en el papel de malvado haciéndole la vida imposible a ese retrato viviente de la bondad que manifiesta G. Peck es impagable. El Robert de esta cinta interpretando psicópatas y desequilibrados es igualmente brillante que en otros registros como ya demostrara con ese predicador nocturno y cazador. La secuencia final quizá sea más floja que el resto sobre todo contrarestándola con el terror psicológico y angustioso de la primera parte del film, aunque también se debe a que en la actualidad estamos acostumbrados a esa rápida sucesión de instantáneas y choca una acción tan drástica y fundamental como ésta rodada en una pobre variedad de planos. A destacar una gran banda sonora y estupenda fotografía heredera de ese claroscuro del mejor cine negro.
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