miércoles, 16 de octubre de 2013

Searching for sugar man. Malik Bendjelloul. 2012.



Arte y fama no tienen necesidad de conjugar, ¿o sí?

Detroit, Sudáfrica, dos lugares muy diferentes en los que una persona puede habitar de manera muy dispar.
Leyendas y ficciones, investigaciones y realidades.

Con unos pocos parámetros vamos a entrar en el mundo de Sixto Rodríguez, un mendigo o un obrero, un cantante suicida o un filósofo de la vida. La historia comienza en Sudáfrica y comienza como toda historia que se precie por una pregunta, por una admiración, por la falta de respuestas y las ganas de conocer. Saltamos a Detroit, ciudad depresiva tras el ocaso industrial norteamericano, y a su música, más bien a un músico que toca de espaldas y atrae a un par de buenos productores, incluso a un gran productor, que sin embargo no saben o entienden como sacar rendimiento económico y artístico a la joya que poseen. Un pequeño misterio que en el otro lado del mundo acaba siendo otro enigma muy diferente. Y cómo hoy no me apetece contar aquí el final, el desenlace del misterio arcano del arte, de la música, de la cultura, primero porque sería incapaz, como cualquier otro que lo intentase, y segundo porque la cinta merece un visionado para apreciar ese secretismo y genialidad que acontecen en las cosas insignificantes con las que paliamos nuestros momentos menos insospechados.
Juzgue usted mismo.

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