miércoles, 31 de agosto de 2016

Amy (La chica detrás del nombre). Amy. Asif Kapadia. 2015.



No fui especialmente fan de la música de Amy a pesar de encantarme su estilo, y quizá fuese la pátina industrial de su música, que tanto permanece a lo largo del film, lo que me alejara de una cantante, de una mujer a la que hoy, escuchado atentamente su trabajo, atendiendo a la circunstancia que la rodea, rindo la debida pleitesía. Puede que ese sea el logro del documental, acercarnos a una mujer (no la chica, débil, que subraya nuestra patria traducción) excepcional en cuanto a su talento para interpretar esa música que nace del sentimiento de la sinrazón, de la pureza que jamás comprará un solo dólar, un solo euro de los que planean sobre el trágico suceso narrado.

Fue Amy víctima de sus propias circunstancias o fueron las que la rodeaban las propiciadoras del desenlace fatal que acompaña a los mitos. En estos interrogantes se mueve el retrato que nos ofrece Asif pasando de las más terribles confesiones de una Amy descolocada ante sus propios sentimientos y los de los demás a estar descentrada ante un amor dividido, ante la hipocresía de un éxito implacable, inesperado e indeseado. Las conclusiones dentro del panorama pueden estar claras para algunos, no tanto para otros, y la verdad siempre descansa en los relatos que logran imponerse, por lo que Amy tendrá relato para tiempo a pesar de sólo sacar dos discos, pues la misma industria que es parte del trágico desenlace está entusiasmada con la existencia de este tipo de mitos donde la temprana desaparición del artista en cuestión crea toda una "amylogía" (en este caso) para orgullo del que triunfa, del que obtiene la templanza para dejarse engullir por lo que los demás quieren. Ese falso orgullo que mueve, a veces, nuestro mundo impostando tantos personajes impávidos como deleznables que a tantos gustan. Y es que tragarse el orgullo no es moco de pavo.

Las imágenes del concierto de Belgrado pueden ser muy elocuentes ante la mujer que nos presenta el film, una mujer de armas tomar capaz de destruir su carrera, de no importarle nada más que aquello que nadie podrá documentar, lo que la hacía continuar por el camino que algunos alfombraban para ella o el sendero que ella atravesaba con su piel, vivir con las propias contradicciones que uno puede soportar. 

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