lunes, 3 de noviembre de 2014

Pacto de honor (The Indian Fighter). André De Toth. 1955.



-Oye, llevo veinte carros, setenta cabezas de ganado y noventa y cuatro personas subiendo montañas desviándolas de su ruta sólo por verte, ¿quieres despedirme sonriendo?

-¿Por qué, no quieres que el oeste abras sus puertas a la civilización?
-Ven aquí, es posible que no entiendas esto para mi el oeste es como una mujer hermosa, una mujer mía... y me gusta como es. sin influencias extrañas, soy muy celoso y no quiero compartirla con nadie. Odiaría un oeste civilizado.
-Entonces ¿no quieres que haga ninguna foto?
-Si no las haces tú las harán otros.

En estos dos diálogos se resume gran parte de la problemática que aborda este film, una película que usando el género legendario viene a mover un poco la conciencia de esa ilusión libertaria de la que padece el país norteamericano. El western aquí reivindica ese espacio abierto natural para contraponerlo a una naturaleza humana egoísta y peligrosa que logra imponer, a vista de los resultados actuales, un orden artificial dentro de las propias contradicciones que mueven a los personajes los cuales buscan en la propia satisfacción esa promesa de libertad y prosperidad tan alejadas del propio edulcorado final. No posee la maestría de ciertos títulos sagrados ni hace una defensa consciente y a ultranza del mundo virginal que saquean los colonos, tampoco tiene la fuerza expresiva de otros filmes de sus años, pero la historia en sí, las buenas interpretaciones, unos correctos y arreglados diálogos junto al buen hacer del para mi desconocido André, colman una entretenida película que permite pensar más allá de la historia romántica y dramática que vamos a ver, si no la ves tú, ya la verán otros.



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