Sencillez marcada por escasa profundidad
temática, personajes de talla media, ciertos tópicos y paisajes ya
antes mejor marcados, y sin embargo me parece un excelente film. Una
película directa, que a pesar de no hablar con la profundidad
necesaria de la enorme masa de problemas que afectan a los
personajes, y a casi cualquier ciudadano actual, plantea una solución
ética a esa pareja, descendiente de los sueños del 68, que
vinculándose a la sociedad para transformarla descubre que esa misma
sociedad le es ajena, que el tiempo y fuerzas más poderosas que los
propios ánimos desbancan cualquier intento de progreso, de mejora,
en un mundo donde la subjetividad mal entendida pretende entronizar
cualquier avatar, sin darse cuenta de que quien no conoce la historia
está condenado a repetirla.
Los jóvenes no tienen conciencia de
clase, como insinúan en la película creen que cualquier conquista
sobre la libertad, la igualdad, vienen de serie. Las luchas que
precedieron a cualquier cambio social significativo se desdibujan en
el imaginario contemporáneo. La individualidad exacerbada de hoy
otorga demasiada importancia a la resolución de los problemas vía
subjetividad, ya sea por parte emocional o racional, los problemas
vienen del individuo, último componente del entramado social. Sin
embargo, la película, y porqué no decirlo, yo también, apoya una
versión diferente de individuo, un sujeto que se sabe partícipe de
una comunidad, de una sociedad que a pesar de ser el individuo sujeto
último, la trama y sus interrelaciones se antojan más complejas y
determinantes para elementos individuales como la libertad,
solidaridad, justicia, etc. que no pueden ser dejados de lado a la
hora de configurar cualquier vida.
El film apenas se adentra en las
entrañas de los problemas y las soluciones dadas, la política ni
aparece, aunque sí lo político, por doquier. Por ello no es de
extrañar esa solución ética final, ya que la falta de política
actual, de su independencia respecto al mercado, hacen que la
solución ética, solidaria, a pesar de sus posibles consecuencias,
como muestra el film con la actitud de los propios hijos de esa
pareja, es la ínfima salida que tienen esos individuos ( no sólo
una generación como parece mostrar al final) soñadores de justicia
y buena vida, para poner en práctica los fines que persiguen en una
sociedad que no quiere escucharse en la voz de la conciencia
individual.
¿Pero realmente quién se atreve, a
escuchar e intentar cambiar el estado de cosas de su alrededor, a
actuar de esa manera tan altruista cuando estamos acostumbrados al
bienestar social que hoy nos burlan?
Por cierto, la película está
inspirada en el poema de Víctor Hugo “La gente pobre”.