domingo, 4 de noviembre de 2012

Las nieves del Kilimanjaro (The Snows of Kilimanjaro). Robert Guédiguian. 2011.



Sencillez marcada por escasa profundidad temática, personajes de talla media, ciertos tópicos y paisajes ya antes mejor marcados, y sin embargo me parece un excelente film. Una película directa, que a pesar de no hablar con la profundidad necesaria de la enorme masa de problemas que afectan a los personajes, y a casi cualquier ciudadano actual, plantea una solución ética a esa pareja, descendiente de los sueños del 68, que vinculándose a la sociedad para transformarla descubre que esa misma sociedad le es ajena, que el tiempo y fuerzas más poderosas que los propios ánimos desbancan cualquier intento de progreso, de mejora, en un mundo donde la subjetividad mal entendida pretende entronizar cualquier avatar, sin darse cuenta de que quien no conoce la historia está condenado a repetirla.

Los jóvenes no tienen conciencia de clase, como insinúan en la película creen que cualquier conquista sobre la libertad, la igualdad, vienen de serie. Las luchas que precedieron a cualquier cambio social significativo se desdibujan en el imaginario contemporáneo. La individualidad exacerbada de hoy otorga demasiada importancia a la resolución de los problemas vía subjetividad, ya sea por parte emocional o racional, los problemas vienen del individuo, último componente del entramado social. Sin embargo, la película, y porqué no decirlo, yo también, apoya una versión diferente de individuo, un sujeto que se sabe partícipe de una comunidad, de una sociedad que a pesar de ser el individuo sujeto último, la trama y sus interrelaciones se antojan más complejas y determinantes para elementos individuales como la libertad, solidaridad, justicia, etc. que no pueden ser dejados de lado a la hora de configurar cualquier vida.

El film apenas se adentra en las entrañas de los problemas y las soluciones dadas, la política ni aparece, aunque sí lo político, por doquier. Por ello no es de extrañar esa solución ética final, ya que la falta de política actual, de su independencia respecto al mercado, hacen que la solución ética, solidaria, a pesar de sus posibles consecuencias, como muestra el film con la actitud de los propios hijos de esa pareja, es la ínfima salida que tienen esos individuos ( no sólo una generación como parece mostrar al final) soñadores de justicia y buena vida, para poner en práctica los fines que persiguen en una sociedad que no quiere escucharse en la voz de la conciencia individual.

¿Pero realmente quién se atreve, a escuchar e intentar cambiar el estado de cosas de su alrededor, a actuar de esa manera tan altruista cuando estamos acostumbrados al bienestar social que hoy nos burlan?



Por cierto, la película está inspirada en el poema de Víctor Hugo “La gente pobre”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario